domingo, 6 de noviembre de 2011

No quiero más

"Hola.........y chau. Basta, me cansé. No quiero más, definitivamente. Se acabó, no tengo por qué seguir soportando esto, claramente no me lo merezco. Ya está, me rebelo, me retiro, reniego, renuncio.
Renuncio a recibir más dolor, renuncio a las lágrimas. Renuncio a tener miedo. Renuncio al domingo, a la escuela, a la estación Carabobo de la línea A, a los músicos geniales y a mis padres. Renuncio a caminar perdido por la calle. Renuncio al significado arbitrario de las cosas (esto bajo otra lectura representa un número cuya cantidad nos es desconocida). Renuncio a pensar sobre el infinito sin serlo. Renuncio a las letras J, L, S, C, y Q. Renuncio al extrañamiento, a la nostalgia, al Complejo de Edipo. Renuncio a los patriarcas y a sus hijos. Renuncio a la Torre Eiffel y a Carlos Gardel (tanto al nacido en Francia como al nacido en Uruguay). Renuncio a los sombreros, al helado y a las caminatas. Renuncio a las respuestas de las preguntas más importantes que se pueden hacer. Renuncio a los puntos de vista, al horizonte, a los malditos mosquitos de verano. A las mujeres, a los autos caros y las películas clase B. Renuncio al resultado del cuadrado de un binomio y a esta mente que me pone tan triste. Renuncio al mismo hecho de renunciar (vos no lo hiciste, ergo no entendés). Renuncio a la existencia trágica de cada ser humano sobre la tierra. Renuncio a todo y a todos."


Estas fueron las últimas palabras escritas por el joven Mariano encontradas en su carta, junto con su cuerpo inmóvil y un frasco de arsénico.

miércoles, 28 de septiembre de 2011

La estatua.

Cada mañana Facundo iba a ver la estatua. Se paraba frente a ella y la miraba fijo. Llegaba el mediodía y volvía a su casa a almorzar. Pensaba un rato en la estatua y se dirigía a las afueras del pueblo para continuar la contemplación. Cuando caía la noche, la madre lo iba a buscar y lo llevaba de regreso al hogar. Así fue las primeras veces, al cabo de unos días ella se acostumbró a la extraña afición de su hijo y lo esperaba tranquila con la comida preparada. No entendía por qué Facundo se veía tan fascinado por aquella estatua, que había sido hecha en honor a un niño perdido. El chico se había escapado de su casa luego de una discusión con su familia. La última vez que se lo vio fue corriendo hacia el bosque. Los padres decidieron construirle una estatua en su memoria.
Una noche, terminada la cena, la luna enrojecida iluminaba el rostro de Facundo observando la figura petrificada del nene. No percibía nada a su alrededor, la vista fija en aquellos ojos sin vida. Poco a poco el tiempo pasaba, hacía rato que su hora de volver a casa se había cumplido. A la vez, la madre entraba en la habitación del hijo para desearle dulces sueños. Cuando descubrió su ausencia salió disparada al lugar.
Todas las luces de las casas apagadas, el silencio llenaba la oscuridad, sólo interrumpido por los pasos precipitados y el jadeo de una madre preocupada. Llegó y vio una espalda de piedra. Dio la vuelta para sorprenderse al encontrar otra espalda de piedra. Todo se llenó de confusión. El sol salió y el pueblo entero se reunió a presenciar el hecho. La madre lloraba, no comprendía, pero nada de eso importaba. Ya era demasiado tarde; no se podía distinguir cuál era Facundo y cuál era la estatua.

martes, 20 de septiembre de 2011

Mi inseguridad, vos y yo

Cada vez que estoy con vos todo es muy lindo. Con mirarte a los ojos me basta para sobrevivir un día, sin comer o pensar. Puedo aguantar el dolor más fuerte con tal de un beso. La vida empieza y se completa en nosotros, cualquier otra cosa es un relleno, mato el tiempo imaginándonos juntos. Nos unimos de una forma extraña, las capas más exteriores de mi ser sobran, sé que mirás a través de ellas hacia mi alma. Es como si siempre hubieras estado ahí, esperando. Hasta que apareciste e hiciste germinar la semilla que habías plantado en otros tiempos. Te tengo ahora y para siempre, te tengo eterna y pura. Sinceramente estoy feliz, y espero que vos también. Pero no, no te vayas...

Bueno, no importa. Ya va a volver. Después de todo, uno no puede pasar todo el tiempo de su vida con la persona que quiere (no importa cuánto se desee). La extraño y necesito verla. Escuchar de nuevo su risa, las conversaciones intercaladas con silencios cómodos. Disfrutar de la intimidad y confianza que uno le transmite únicamente al otro. Por lo menos tengo la seguridad de que a ella le sucede algo similar y busca lo que yo. Después de todo, me lo dice. Cuánto me ama, que soy hermoso, inteligente, y esas palabras románticas que si no se dan en un contexto de amor suenan tan patéticas. Por suerte nuestro intercambio de cursilerías está dentro de un marco rosa que parece tan tierno como una pareja de nenes de once años. Sí, definitivamente está enamorada de mí.

...Podría ser algo temporal. En estas semanas soy lo mejor del mundo y en la siguiente, plaf, a la basura. Y es perfectamente posible que poco a poco se vaya dando cuenta de lo estúpido y aburrido que en realidad soy. ¿Por qué, si simplemente soy yo mismo, me dice cosas tan lindas? No soy bello, ni interesante, ni mucho menos. Claramente está viendo a otra persona distinta de mí. Apenas se dé cuenta de cómo es todo en verdad me deja. Laputamadrequelosrecontramilparióatodos, va a comprender que tiene como virtudes todas las características que a mí me faltan y se va a ir con alguien que la merezca. ¿Qué hago? Ser otro no sirve, ni tampoco querría intentarlo. Supongo que sólo me queda disfrutar los momentos con ella hasta que descubra que puede ser mucho más feliz con alguien que la corresponda...

(Siempre tengo los mismos pensamientos; desmotivadores, inseguros, me hacen sufrir bastante. Pero no puedo evitar sentir lo que siento).

domingo, 14 de agosto de 2011

Time- Parte 1

Estoy acá, no estoy acá. Soy una cámara que filma todo lo que aparece en el plano. No hay soundtrack, sólo viento, un televisor olvidado, el ruido de la caja registradora. Las cosas tan calladas, desprovistas de alma, de risas. Los cigarrillos salen cuatro pesos, Plaza Miserere es cinco cuadras para allá, no, de nada.
Estación de servicio. Ser-vi-cio. Ser Vicio. Más bien estación de espera, de supervivencia, y una muy desolada debo decir, como la mayoría.
Estoy acá, no estoy acá. A nadie le importa, así que no debo estar. Los empleados se aburren, los clientes se aburren, la vida está en otro lado, lo que pasa aquí es el tiempo. O hay uno o hay otro, no pueden existir juntos. Comer, mirar al frente, cortarse las uñas, sonarse la nariz, el tiempo. Hablar, pensar, amar, mira, ad-mirar, reír, jugar, la vida.
Estoy acá, atrapado en un mundo de tiempo, una estación de servicio de tiempo, pensando que la existencia debería ser otra cosa, anhelando la vida que abrazaré cuando me vaya de este lugar. Preciso las voces de la gente, el calor de una mujer, incluso el dolor del engaño. EL resto es mentira, despertarse para ir a la escuela es una farsa, lo políticamente correcto es un mito, la televisión y la comida rápida se desvanecen ante las cosas verdaderas. El sufrimiento es real, el goce es real. Las estaciones de servicio no.
Estoy acá, no estoy acá. Físicamente me fui hace mucho, pero la idea de esa estación de servicio-cárcel perdura. Está en mi cabeza el tiempo consumidor. Se tiene que ir, se va a ir. Que llegue la vida brillante, inmortal, que sea un baluarte capaz de defender al yo contra la cotidianeidad de envejecer.

miércoles, 20 de julio de 2011

Fuera de mí mismo

¿Viste cuando te sentís importante? Y no de famoso, sino de darle verdaderamente un significado a la vida, un valor. Es lo que me está pasando últimamente, me siento abstraído de mí mismo, de mi universo, de todo lo malo que alguna vez me pasó. Es increíble, como volar, pero estando acá en la tierra, sonrío en mi cabeza y el mundo no se da cuenta. Aunque hay algunos que sí, por ahí andan, con la marca de Caín bien tatuada en la frente. Nos reconocemos, nos miramos y nos abrazamos. Esa gente me hace ser una persona, me parece que es lo único que necesito, nada más me importa.
Cierro los ojos y desaparezco. Los abro para notar que mi alrededor entero es hermoso, yo lo creé. Y si quiero te borro o te deformo, porque no pienso dejar que nada negativo entre en mí, no mientras dure esta sensación. Es increíble, me veo en tercera persona sin soñar. Mejor que un sueño, más profundo, más real. Cada objeto material que veo se mezcla con una idea, los significantes fluyen en conjunto en la mente. La existencia se une para fragmentarse, para volver a unirse y romperse. Así, una y otra vez, atravesándome, ya que esta experiencia sólo existe en mi cuerpo, afuera las calles están como siempre, la gente sigue igual de gris.
Y es que me encanta. No puedo llenarme lo suficiente de este delirio, voy a disfrutarlo, intentar abarcar lo más posible hasta que termine. Y aún así, creo que no supe explicarlo correctamente, que en el instante que intenté traducirlo a palabras perdió su esencia, sólo sirve para el que lo haya sentido. O acaso alguien logrará entender lo que quiero transmitir, ojalá. Bueno, da igual, nada más quería comunicar eso; que me siento más ligero, más tranquilo, más feliz.

lunes, 18 de julio de 2011

Escuchame flaco, escuchame nena

Con la magia podés volar al sol
Pero te quemás igual
Sin las ropas es mejor
Tenés más libertad

Abrí tus brazos a la música
Que entra por los ojos
Besá la guitarra que canta, mi amor
Hasta que veas todo rojo

Colores detrás de la esquina
Las mujeres flotan en la brisa
Nunca caigas al cielo de dios
Yo subo a la muerte en la felicidad

Escuchame flaco,
Así es como va a ser
Hoy tocás rock n' roll
Mañana volvés a trabajar

Y escuchame nena,
Por favor dejá de llorar
Ahora tocan los monos
Después nos tiramos al mar

miércoles, 6 de julio de 2011

Vacío

Y te juro que ya no sé qué pensar, qué sentir. Intento no recordar, seguir adelante, pero el tiempo parece volver por momentos. Así es inevitable reinventar tu mirada, aparecés en mi mente cubierta de una niebla gris y no logro distinguir. La figura pasada se entremezcla con la voz de tu ausencia, que grita fuerte en mi cabeza y mete ideas que no son, posibles dolores o miedos sin sentido.
Tenía un concepto tuyo que poco a poco fue transmigrando hacia el recuerdo a medida que te ibas, desligándose de tu ser que sigue adelante sin mí. Es difícil de explicar, como que no te vivía ni te tocaba, no estabas más acá, te fuiste para quedar como una definición atemporal. Eras un libro, una historia. Eras una salida al cine, un abrazo mirando la luna, el beso de despedida de la mañana. En esos instantes habías sido sentimientos, pero lentamente pasaron los tiempos y todo se convirtió en una imagen, el espejo de esos sentimientos y no ellos en sí. Me recordabas a un abrazo, a un brillo de tus ojos, ya no estaban dentro de tu ser.
Es que ahora volviste. Anunciaste tu llegada y yo sin idea de qué hacer. El vacío que habías dejado, ¿Qué pasará con él? Acaso se vuelvan los reflejos de luces como luces verdaderas de nuevo. Pero no, es poco probable, la historia no se repite, sólo parece que lo hace porque tendemos a repetirnos nosotros. Lo que vivimos fue único, tristemente esos difusos fragmentos son todo lo que nos queda de esas vivencias. Por lo tanto algo pasará, se creará un concepto nuevo, con tonalidades del viejo, más el pasado e infinidad de factores.
Tengo miedo porque todavía no llené ese vacío. Me trae una angustia terrible el no tener idea de quién sos para mí. Creía de alguna manera que podría llenarlo en tu desaparición, lo intenté. Seguro que lo intenté, pero no puedo. ¿Cómo quererte si no estás aquí? ¿Y cómo odiarte si no me provocaste ningún daño? Estas preguntas neutralizaban los dos opuestos y así quedaba tu ser en la nada, de nuevo.
Entonces aparece algo diferente en este escenario; vos. Al verte, toda duda se despejará, el concepto se moldeará rápidamente. Todo eso porque vas a existir, estarás ahí, viva y mirando y hablando. No sé si te querré o no será como antes, no me preocupa eso tanto como mi necesidad de quitarme esta indiferencia, este vacío de encima. Por lo menos se aliviará mi indeterminación, aunque tengo cierto miedo. ¿Y si el vacío se cambia por resentimiento, por dolor?
Tengo preguntas, para mí y para vos. Cuando estuvimos juntos me diste algo hermoso y al irte, desapareció. No pretendo culparte por nada de esto, habrás tenido tus razones, de todas formas quiero explicar mis sentimientos. Ese agujero que dejaste a tu partida, cuando avisaste que volverías me dio la confusa sensación de nostalgia, de esos lindos momentos de los que estabas llena antes. Quería agarrarte y decirte que te había extrañado. Pero no es así. No necesariamente al menos. Tu vuelta no implica un intento de regreso a lo antiguo. No sé lo que implica, ni lo que debería implicar, eso es lo que me mata.
Tal vez intentemos recrear esas bellas experiencias y fallemos, tal vez intentemos relacionarnos como amigos y fallemos, tal vez nos peleemos y todo salga mal. No sé, estas maquinaciones me llenan la cabeza y me hacen querer llorar. Aunque bien sé que este miedo no es razón suficiente para dejar de dar un paso adelante. Acudiré a tu encuentro, como vos vendrás y seguro tendrás tus propias ilusiones, dolores, inquietudes. Por ahora las desconozco, pero espero que podamos hablarlas, resolverlas, llegar a algo. Hasta ese momento..................tendré miedo. Y vacío.

lunes, 4 de julio de 2011

Maybe I am crazy inside my head

No sé lo que quiero
No quiero que mi nada se convierta en algo
A la izquierda sólo hay una sombra
La mejor manera de afirmarme es negándolo todo
Muchas palabras te confunden
Siete, ocho, nueve, diez, once, hasta
Doce sílabas, y es un poema
Todo lo demás es mierda

Siempre busqué a la razón
A veces cerrar los ojos
Es mejor
Así te tirás
Después hay que ver el resultado
Si de la caída surgió algo lindo
O quedaste bien aplastado
¿Y qué importa mientras hayas saltado?

Hay que ser lúcido
Y siempre mirar adelante
El resto es aire
Esta vida es circunstancial
Se va a pasar
Sólo es muy grave para los que se comen
La cabeza

No entiendo lo que está permitido
Por qué las cosas nos hacen diferentes
Tan diferentes
Peleamos como enemigos mortales
Como si el otro no estuviera vivo
Pero si al final todos morimos
Y eso no está nada mal

lunes, 27 de junio de 2011

Poema para el perdido

Te escupen al mundo como una idea
Loca de música sin ningún problema
La reina azul del pantano aplaude
No sabés que se viene el desastre

Abstraerse de este universo de formas
Desde cero querés crear tus historias
Autopista nueva sin color
Actuando como si fueras dios

Yendo y viniendo entre pensamientos
El niño descubre un falso velo
El cual le impedía ver la verdad
Vio que era como todos igual

Se cae del trono su alteza
Mira hacia el cielo con tristeza
Marchito a su alrededor el suelo
Es un ave que perdió el vuelo

Que nadie piense mucho en la bajada
Pronto así uno se convierte en nada
Con tus alas te has de remontar
Y ver desde muy alto el mar

Niño, olvida de mundos y dioses
Ignora las ideas sin colores
Sólo vive buscando ser
Y la felicidad podrás ver

viernes, 17 de junio de 2011

I wish I was you

Desearía ser vos
Con la vida atravesándome
Ojos cerrados mirando la nada
Sin pensamientos en la cabeza

Venís a sentarte en tu rincón
Y mirás sólo lo que interesa
Eso funciona en tu mundo
Donde el centro gira a tu alrededor

La cabeza agachada y la mirada perdida
Te piensan como uno más
A veces ni te registran
Pero eso no te importa

¿Cómo podés ser tan despreocupada?
¿Cómo tenés tal fuerza
que ignorás todo lo que hace mal?
Admiro quien sos

Desearía ser vos
Con cada silencio cómodo
Matando la racionalidad poco a poco
Bailando en otra dimensión

Entonces te escucho
Dame tus consejos
Decime cómo hacer
Quiero estar tranquilo

Hablamos y discutimos
Creo que entiendo lo que decís
No tiene que ser así
Tengo que desear ser yo.

martes, 14 de junio de 2011

Dance with me

Dance with me
Oh, won´t you dance with me
When the heroes
And the gods that we prayed to
Are all gone
We alone, in the place with no pain
I don´t want your name
Or some kind of strange affair
I´m just standing here,
Asking you to dance with me

Oh, Little darling
The moonlight suits you well
But this is not heaven
Nor hell
And my love has grown bitter
So I don´t hear your voice in my head anymore
Your eyes don´t look through my soul
All I need is to watch your feet
Touching mine
Moving, all at the same time
Maybe smiling, Maybe crying
But at least, we will be dancing

miércoles, 25 de mayo de 2011

John Smith, abogado

Quiero contar una historia
Sobre un hombre que vivió sin gloria
En la anónima ciudad gris
Dentro del rascacielos humeante

Empezó como cualquier hombre gris
Sacaba dieces nuestro gran John Smith
Cumplidor hasta de la regla más inútil
Y amante de la burocracia

Decidió continuar sus estudios
Hacia la férrea defensa del derecho
Tanto orden en esa caja
Como el que le había dado su madre

John Smith entró y con honores
Se graduó de la universidad
Ahora aliviaría todos los dolores
Llevando a los malos ante la verdad

Sin mujeres en su rutina
Llevaba siempre la ropa del recato
Marido y amante de la justicia
Sólo tenía ojos de funcionario

Incansable abogado y recto
Llegó a juez este ser perfecto
Martillo en mano y mirada severa
John Smith dictaba sus penas

Un día, en la biblioteca
El hombre ordenaba sus libros
Ni una mota de polvo a la vista
Cuidados celosamente los libros

De pronto, subido a la escalera
John Smith tropezó
Sobre su cuerpo cayó la biblioteca
Bajo un grito ahogado murió

Así termina mi historia
Sobre una persona sin amor
Frío como el cadáver que es ahora
La vida sigue, nadie lo recordó

jueves, 19 de mayo de 2011

Happiness

La mayoría de la gente dice no estar o ser feliz. Se pregunta y cuestiona pero generalmente llega a la conclusión de que no es feliz. Tampoco están tristes, y acá quiero recalcar una diferencia que tal vez sea puramente idiomática, sin embargo, a mi manera de verlo, está fuertemente arraigada en nuestro pensamiento. Uno está triste, lo que significa que es por algo. La pérdida de alguien, una discusión fuerte, pero hay una razón que causa dicha trsteza. Con la felicidad no pasa lo mismo, la persona es feliz, como una sensación que reside dentro de uno, sin causa o razón aparente. Este sentimiento se disfruta y ya, no se busca explicar un estado que no se pretende cambiar. Ahí recae el error de pensar la felicidad como eterna y aleatoria, toda la vida perseguimos una meta que no logramos entender. Es preciso pensarla y poder intentar gozarla al máximo.
La felicidad es un momento puntual, empieza y termina, requerirla permanentemente es una ilusión, pues lo que es constante y rutinario se torna aburrido en dos semanas, ésa es la duración del placer total. Cuando las cosas se miran cambiantes no se tiene que lamentar. Las sonrisas son más brillantes cuando todo lo que importa es el hoy, cierta perspectiva de un mañana, la suficiente para no amanecer muerto en una zanja, pero lo relevante es lo de ahora, estar feliz. Aprender a tomar la vida con todo lo que trae, bueno y malo, sólo es cuestión de gozar al máximo el primero y padecer al mínimo el segundo. Yo no soy feliz, yo soy Mati.

lunes, 25 de abril de 2011

Ventilador

¿Vieron esas escenas famosas de películas Yankees en un bar underground de los suburbios? Todo apagado, salvo un cigarrillo consumiéndose en el cenicero, un par de abrigos y sombreros colgando. El ventilador revolvía y tragaba el humo, no se podía distinguir si iba lento o rápido. El jazz invadía la habitación y yo estaba ahí. No, no era un sueño, el dueño del bar me había visto tocando en la calle y parece que le gustó. La paga era mediocre pero por algún lado se empieza, uno busca hacerse un nombre en la gran ciudad.

No es fácil siendo negro; el simple hecho de caminar por la calle de noche es bastante peligroso, sé que es lo que elegí, aunque a veces pienso si no era mejor quedarme en mi pueblo, con mi familia.

Las luces se prenden, un micrófono poco potente anuncia a un nuevo trompetista recién descubierto por Jack Gilles(el dueño del bar). Me ajusto la corbata, cierro los ojos en un suspiro y me dirijo al escenario para empezar a tocar…

miércoles, 13 de abril de 2011

Los problemas de un hombre promedio

Oh dios, oh dios
Soy el mejor
Una y otra vez lo repito frente al espejo
Como yo no hay dos

Camino por la noche con mi remera de marca
Mi mujer de la mano va tranquila
No sabe que se está metiendo en una trampa
Por la mañana dejaré su cama con prisa

Vuelvo a mi casa, necesito actualizarme
Sobre la nueva música que suena en los oídos
Esa vieja mierda ya no me sirve
Porque soy un hombre nuevo, un hombre descartable

Oh no, oh no
Soy el peor
Si lo dice la tele...
Ojalá haya solución

Debo comprar comprar
Mi vida miserable vuelve a tener significado
Debo matar matar
Al que antes me dijeron que debía ser

El diablo me tienta de nuevo
Me pide que piense un poco
Cerrando los ojos, imaginando un sueño
Yo lo ahuyento con mis gritos

Oh dios, oh dios
Ya no sé quién soy
Me vuelvo loco entre dos mundos
No sé a dónde voy

miércoles, 9 de marzo de 2011

Blues del Parque

El cielo se funde en mis ojos
Cuando el humo penetra mi mente
Ando solo tirado en la cama
Y todo lo que quiero es verte

Encontré un color divino
Dentro del ritmo del rock and roll
Yo sigo mirando la nada
En esta escena faltás vos


Por qué no salís de mis sueños
Para nunca pedir perdón

Y si cae la noche de nuevo
¡Todo lo que quiero es verte!

El deseo de mirar el mañana
Y querer empezarlo hoy
Mientras tu idea se hace carne
¡Somos locos haciendo el amor!

miércoles, 16 de febrero de 2011

Bella Mujer

Una carta sellada con un beso cómplice
Secretamente dirigida a la chica ángel de otro cielo
Encontrada en el azar, en bares y otras noches
Deja constancia de un remitente inconcluso, hasta tímido
Aquí estoy; un ingenuo deseando expresar los pensamientos del amor

En esta cama sucederán sueños despiertos de a dos
Recuerda tu dulzura que perdona los engaños
Que deja brillando a la ciudad en los ojos de los hombres
Quiero nadar en tu cuerpo y mojarme de tus labios
Ven hacia mí donde el amor hará dos jóvenes inexpertos

Volaremos juntos hacia abajo
Dejaremos que nuestros brazos hablen entre ellos
Tocando sensaciones que despiertan el alma
Y la hacen anhelar el sol infinito
Vivamos el mundo en cámara lenta hoy

Mi espíritu abrazado al tuyo
Las estrellas nos guían a la paz
Nuestros egos devorándose mutuamente
Buscando los defectos del otro en una oscuridad de ojos cerrados
Temblando ante un vacío abismal repleto de silencios y caricias

lunes, 14 de febrero de 2011

Un caso extraño

Este último saque era el bueno. La existencia a mi alrededor se deformaba mientras yo lloraba de alegría, en silencio apartado en un rincón de la habitación. Los grises llenaban los colores de realismo, el aire moviéndose como un tornado se fusionaba con el todo para que yo pudiera respirarlo quieto. Había comprendido tanto sobre la vida que no hacía falta sonreír, ni siquiera mover un músculo. Los sentimientos existían ahí; tan palpables que daba pena por los que no podían abrazarlos, una tristeza azul mezclada de emoción en forma de espada, esa estúpida nobleza blanca y la gran pelota triste que representaba la creciente neurosis, dichas imágenes eran tan claras que se sentía extraño vivir en un mundo donde nadie sabía qué le sucedía al otro, incluso preguntando.

Ángeles caídos del cielo me tomaron para llevarme de paseo. Eran bastante indiferentes para ser ángeles, como si cumplieran cada débil deseo mío simplemente basados en una obligación moral o divina. Jugaban con mi cuerpo y mi mente, manipulando la respiración o el dolor, con ellos me sentía a salvo. Fue así que me percaté que había dejado de estar en el rincón de mi cuarto viejo y lleno de polvo para aparecerme en un lugar brillante, rodeado de gente conocida y extraños. Me estaban reviviendo, o acaso viviendo, pues cada ente tomaba una posición que yo había adoptado en algún momento de mi ser, algunos felices, otros tristes, responsables, confundidos o enojados.

Abrí los ojos. En realidad ya los tenía abiertos, pero necesitaba abrirlos más para ver lo que me rodeaba mejor. Me encontraba a mí con cara de muerto vivo acostado en la vieja cama de mi habitación, parecía a duras penas respirar. Una señora que debía ser mi madre lloraba mientras mi supuesto hermano me gritaba lleno de lágrimas que despertara, que no podía ser así la cosa y que tuviera fuerzas para levantarme.

Era difícil comprender la situación, no sabía si estaba muerto o simplemente así era el estado vegetativo o coma. Ver con cierta extrañeza a todos mis conocidos, como si mis recuerdos fueran vagamente tergiversados por lo etéreo no resultaba muy agradable, tampoco observar inútilmente sus distintas reacciones ante mi estado, por lo cual no podía hacer nada. Únicamente podía sentirme mal, o ni siquiera eso, pues no estaba mal en el sentido estricto de la palabra, aquí no había dolor, pero sí aburrimiento y soledad. Me sentía atrapado en el medio de la nada, lo que más quería en el mundo era volver a mi cuerpo que ahora me miraba como un estúpido, sin saber que yo estaba ahí, sin saber si algo estaba ahí.

Necesitaba gritar, llorar, patalear, todos viejos sentimientos físicos, un alma sola no puede hacer tales cosas, requiere de un cuerpo, el cual precisaba con locura. Me di cuenta de que con la ausencia de lo físico sólo podría volver a mi ser de una forma mental. Intenté comprender maneras distintas de ver la vida ahora que estaba desligado de los deseos terrenales, pero sólo logré sentirme un falso asceta, predicador de nada, porque eso es el alma sin su contraparte material. Si tenía algún consuelo en mi derrumbamiento, era el pensar que tenía toda la eternidad en ese limbo para encontrar la forma de salir, o más bien de entrar de nuevo.

Piensa, piensa. El estar ahí observando mi estado debía tener un significado. ¿Sería acaso un recuerdo? Tal vez es un evento pasado, el cual ahora debo modificar, pues he muerto y sin arreglarlo no podré irme en paz. Quizá una premonición de lo que me podría pasar si sigo consumiendo esta basura y la razón por la que no salgo de ella es porque todavía no he comprendido la verdadera moraleja que me evitará dicha escena. También existe la posibilidad de que sea una visión totalmente atemporal, sucediendo dentro de mi mente, con mi consciencia (la cual sería yo mismo) observando todo. Pero entonces había alguna otra mente manipulando esa realidad y creando el universo en el que me encontraba, mirando desde arriba lo que le sucedía a mi cuerpo apagado. Me tomé un tiempo largo en pensar esta suposición.

Ahora sí, tenía más sentido. En el lugar que fuera que se encontrase mi verdadero yo, cuerpo y alma, se veía atrapado, por lo que optó por encarcelar a su consciencia en un recuerdo atemporal, enviando un mensaje metafórico a través de él. Mi ser me dejó a mí, la consciencia, dentro de un rompecabezas para que, al descifrarlo, pudiera escapar el todo. Así fue como abrí los ojos en un nuevo despertar, dentro de mi cama o la del hospital, no lograba distinguir bien. Lo que sí podía decir era que las mismas personas de mi rompecabezas estaban ahí, llorando por mí. Esta vez pude reconocerlos perfectamente y en efecto, eran mi familia y amigos. Me sentía orgulloso de poder caminar de nuevo, hablando y sonriendo, el cuerpo entrelazado al alma, como debe ser.

Me fue informado que había estado en un coma de varios años, al parecer me tomó bastante tiempo resolver mi enigma. Acaso a los otros pacientes les pasará lo mismo, o será un misterio que la mente nos plantea a todos, el estar en un lugar irreal donde no somos sino prisioneros, carentes de nuestra otra mitad. Me preguntaba cuánta gente logró entender este misterio y solucionarlo, liberándose de sus propias cadenas para caminar, libres al fin.

lunes, 10 de enero de 2011

Mi hermano

Hoy te vas, hermano. No sé cuándo ha surgido la idea, pero ya está madura y lista para culminarse. Intentamos no hablar de eso, mirar hacia otro lado, hasta atrasar los relojes, mas bien sabemos que hay cosas que se anuncian sin importar que no estemos listos o cuánto pataleemos. En verdad nunca se está listo para ciertos momentos de la vida que son como hitos para uno. La realidad objetiva lo mira de forma optimista, los sentimientos con melancolía. Una mudanza no es la gran cosa, al menos no se va a un lugar bien lejos, sin embargo la sensación de vacío queda. Él se va y queda la ausencia de sus libros, de su guitarra, de su sonrisa y nuestras peleas. No puedo pensar en esto como algo malo, todo apunta a mejor: su independencia con su casa y su novia, mi independencia con la habitación para mí, menos peleas familiares, y muchas otras razones. Aunque la sensación de nostalgia prematura se marca y nos impide pensar tan sonrientes lo positivo. Dejando atrás toda la infancia y sus juegos, toda oportunidad de experiencias nuevas. O acaso ata cada vivencia pasada, llevando ese manojo de recuerdos y anécdotas a su nuevo hogar, cuidándolas, protegiéndolas del polvo del olvido.
No hay que dejarnos desanimar, no señor. Debemos mirarnos, compadecernos en nuestros ojos llorosos y abrazarnos, entendiendo e interpretando de forma cómplice el silencio del otro y, simplemente, seguir con la vida. De eso se encarga el tiempo y se le da muy bien. Hoy te vas, hermano, tomando esta relación y haciéndola mutar. Trabajemos juntos para llevarla hacia adelante y seguir sonriendo, siempre. Te quiero mucho, nunca lo olvides.

viernes, 7 de enero de 2011

Sí mi comandante!

En el anuncio todo era intrigante y prometedor. Una buena paga, desarrollo profundo del cuerpo mediante un duro entrenamiento, y esa omnisciente sensación que se lleva con un rifle y un uniforme verde (el casco no aparecía en la foto de la propaganda). Ya llevaba unos meses con dieciocho años, sin más escuela el servicio militar se veía la mejor opción. Siempre me habían dicho que tenía la pinta, con mi pelo corto, rostro tan promedio y la disciplina necesaria para acatar órdenes sin cuestionarlas. La verdad es que no soy un estúpido, pienso y repienso constantemente las cosas, pero hace ya tiempo que decidí fluir con la vida a través de una elegante indiferencia. He creído firmemente en esto para vivir con una resignada tranquilidad y paz de rutina, pero no lo suficiente para amargarme o querer tirarme de un puente.

A mamá y a mí nos serviría bien el dinero, me daba un poco de pena dejarla sola, aunque luego del primero año podría visitarla frecuentemente. Estaba decidido: En los próximos días mi identidad entera sería la del “Cabo Muñoz”.

Esa mañana me vestí como siempre y salí hacia la comisaría para obtener más información. Hacía frío, lo cual encuentro más agradable que un calor que obliga a transpirar sin la satisfacción de haber hecho ejercicio o de un buen partido de fútbol con amigos. Al llegar noté tranquila la zona, no debió haber muchos disturbios ayer a la noche. Entré y fui directo con un policía que pareció molesto por la interrupción de su cigarrillo de ocio. Le pregunté acerca del reclutamiento, pero se hizo el desentendido: “Esos temas se tratan en la oficina central. Tomate el tren y es la última estación.” Lo saludé recibiendo una respuesta poco convincente de su parte y salí hasta la estación de tren. Estaba lleno de gente y ninguno parecía estar al tanto de la existencia de algún otro. Calculé el tiempo del viaje y pensé que me aburriría largo, mejor haber llevado un libro. O tal vez no; si bien me gustaba leer, no era algo que hiciera seguido. No me agradaba que el mundo entero y sus reglas me fueran planteados por otros además de mí, sin embargo carecía de la habilidad de escribir, de jugar con las palabras, por lo que me hallaba bastante alejado del a literatura. La misma razón para no escuchar música, o para alejarme del arte en general. Con esta lógica parecería extraño marchar a las filas del ejército, pero seguir una orden era algo menor mientras la elección del servicio militar la hubiera hecho yo.

Para llegar a la central di algunas vueltas de más, mitad de perdido, mitad de paseante. Dentro del lugar se adivinaba una larga espera, pues en las sillas de la recepción aguardaban numerosos jóvenes de peinados variados, aún sin rapar. Observé a la secretaria, firme y severa, detrás de sus ojos pardos se escondían juventud y belleza. Completaba incansablemente formularios y con voz apagada llamaba al siguiente. En mi turno intenté ser agradable y creo que funcionó bien porque no té un esbozo de sonrisa junto con charla casual que me permitió averiguar que ella, Fernanda, tenía diecinueve años y estaba soltera. Quería seguir indagando en su vida, pero el formulario en verdad no daba para más. “Preséntese el 1º de Marzo aquí para ser trasladado junto con el resto de los reclutas a los cuarteles. Chau….suerte”

Las dos semanas siguientes se pasaron bastante rápido, entre charlas nostálgicas con mamá y la fiesta de despedida que me hicieron mis amigos llegó fugazmente el sol del primero de marzo. Tantos otros años anunciaba el inicio de las clases, hoy era el inicio del resto de mi vida.

Las cosas no resultaron muy distintas a lo imaginado: el sargento era gritón y siempre se la agarraba con el más miedoso, que era Sánchez. En las habitaciones me reencontré con el gordo Ibáñez, un viejo amigo del barrio que se había mudado. Más allá de él, el resto era nuevo para mí, a pesar de eso hice amigos rápidamente, como Cacho o el Turco.

Los primeros días dolieron, tengo que admitir. El levantarse extremadamente temprano para la preparación física no fue la bienvenida más cálida, pero por lo menos nos dolió a todos casi de la misma manera, lo cual resultaba reconfortante. Todos los días las flexiones, abdominales, el trote, el cumplir cada capricho del sargento como un café o el recitado de memoria del reglamento (con castigo si aparecía una pequeña falla) nos fue acostumbrando a la “vida fácil”, llamada así por los que han estado en la guerra, donde si uno se equivocaba no le gritaban, le disparaban.

Teníamos un breve receso para volver a las habitaciones y formarnos como grupo. El pequeño Sánchez (debido a su débil contextura física) era motivo de burlas y prendas, una vez le hicieron rehacer todas las camas, previamente desordenadas por los bromistas, para ocultar sus cosas y dejarlas en el baño mientras él cumplía la abusiva orden. El líder del grupo, Rodríguez “El hombre de acero” era el artífice de todas estas bromas destinadas a aplastar espíritus débiles para que además sean miserables. A mí me dejaban en paz porque mi amigo el gordo formaba parte de la banda principal e intercedía por mí, con eso estaba conforme.

A medida que pasaba el tiempo nos hacíamos más fuertes y organizados, manejar armas es más difícil de lo que parecía, pero uno estaba obligado a aprender porque quedarse atrás no era una opción (las frases del sargento se nos iban incorporando). Ya había establecido una rutina con la que estaba cómodo. Los domingos mientras la mayoría rezaba en la iglesia, yo le escribía a mamá acerca de lo bien que estaba ahí. No era religioso, yo nunca hice nada para molestar a Dios y él (o ella) nunca hizo nada para molestarme. Algunas noches salíamos el Turco, Cacho, Ibáñez, Sánchez, y yo hasta las afueras, donde asomaba el campo y el cielo estrellado le entraba en el pecho a uno. Nos sentábamos en ronda a tomar unos mates y a chusmear un poco. Así me enteré de que Rodríguez, el muy macho gustaba de visitar de madrugada la cama de Estévez. Gracias a esta confidencia Sánchez había dejado de ser torturado por el hombre de acero, a cambio de silencio. Sospechábamos que el sargento sabía de eso, tanto como de nuestras salidas nocturnas, pero hacía oídos sordos pues ya habíamos entrado en confianza.

La primera mitad pasó, sólo restaba la otra para terminar el entrenamiento e ir más a fondo en esta carrera. Me sentía muy emocionado, quería continuar en este lugar donde me sentía tan cómodo, y con mis amigos. Aunque el amargo aviso de los rangos superiores que presagiaba con seguridad que la mitad del pelotón siempre dejaba tras el primer año, lo cual parecía confirmarse al ver el resto de las compañías de número reducido. Yo deseaba que la tradición no siguiera vigente este año, realmente nos llevábamos muy bien.

Una nueva carta de mamá anunciaba que había encontrado un novio. Su nombre era Ricardo y se llevan muy bien juntos. Le dije que estaba feliz por ella y así era. Tema aparte, mis músculos se veían enormes y estaba muy orgulloso de eso. Esto lo noté porque nos hicieron otra vez estudios médicos y psicológicos, además de charlas con el sargento, la diferencia con la primera es que sólo llamaron a unos pocos de nosotros. Nos decían que era según un orden específico (no nos quería decir cuál) y a los demás se los llamaría al iniciar el año siguiente. La última prueba consistía en una sana pelea a puño limpio, para comparar fuerzas. A mí me tocó contra el gordo. Supongo que su “orden específico” era de más fuerte a más débil, y el enfrentamiento cuerpo a cuerpo era la forma de averiguarlo.

Debo decir que me sentí ligeramente decaído. Si yo me había hecho más fuerte, ¡lo que habrán mejorado los demás! Esto lo pensé porque Ibáñez me venció fácilmente, yo opuse resistencia, claro, pero su superioridad física quedó evidenciada. Luego terminaron los otros y volvimos a las habitaciones a contar la experiencia. Los ganadores de la prueba presumieron y sentí algo de amargura. Era tan predecible que fueran a hacer eso.

Para las fechas finales del año nos encontrábamos más relajados, aunque la exigencia se mantuvo igual, supimos manejarla. En la fiesta de navidad nos sentimos bendecidos por la llegada de un Papá Noel que nos otorgaba alcohol en exceso. No habíamos tomado en mucho tiempo. La alegría llenó el salón, tanto que hasta el sargento sonrió y bailó al ritmo de la música. Luego llegaron los fuegos artificiales, creo que todos nos sentimos niños de nuevo, por lo menos sé que yo sí. Me preguntaba si la celebración de fin de año superaría a aquélla.

Y ésa fue la gran sorpresa. El 31 de Diciembre era día en que se resumían todas nuestras vivencias en el cuartel, buenas y malas, tristes y graciosas, y otra sarta de antónimos que no vale la pena escribir. Creímos que nos dejarían dormir hasta tarde, pero nos despertaron como siempre, sólo que en esta ocasión no hicimos el ejercicio rutinario, sino que nos llevaron a un lugar custodiado, al cual nunca habíamos podido ir por no disponer del permiso necesario. Si bien estaba dentro del cuartel, era como un edificio enorme precedido por un patio. Ahí esperaba nadie más que el mismísimo General del cuartel. Al ponernos en fila el sargento lo saludó y se puso junto a él. Entonces el General Romero empezó a hablar:

“Sé que todos me conocen, así que saltémonos las presentaciones. ¿Quieren? Seré directo. Este ejército representa la fuerza, el trabajo de equipo y lo más importante de todo: la disciplina. Ah sí, es la falta de obediencia a los superiores lo que hace de este mundo el caos que es hoy. Por suerte aquí los protegemos de eso y les enseñamos el camino. Sin disciplina, todo el extraordinario entrenamiento que han tenido durante este año habría sido en vano. Por eso es que hoy cerraremos este ciclo con una prueba a la disciplina. La prueba final y más definitiva de todas. SI fracasan, fracasarán en todo lo que se hayan propuesto anteriormente…. (Aquí hizo una breve pausa cerrando los ojos y luego continuó) Para esta prueba se separarán en dos grupos establecidos por nosotros, entrarán en aquel edificio (Y señaló la gran estructura detrás de él) y darán caza a su respectivo enemigo, los cuales serán robots tan precisos como ustedes, así que sus vidas correrán riesgo, tengan cuidado. La instalación consta de dos sectores, cada grupo cumplirá su tarea en uno y el primero en terminarla pasará la prueba. Se les pondrá una vestimenta especial, e identificarán a los robots por llevar una del color opuesto. Creo que eso es todo, el resto se lo dejo a ustedes como sorpresa. Sólo me resta decir soldados, buena suerte”

Ya lo había entendido, el grupo perdedor se iría…. ¡Por eso la mitad del pelotón dejaba al primer año! No podía permitirme eso, aunque arriesgara mi vida destruiría a todos esos robots, uno por uno para ganarme mi continuidad en el ejército.

Nos mostraron la lista con las tropas, aparentemente estaba con Cacho y el Turco. También estaba el gordo Ibáñez, pero su nombre tenía una estrella al lado. Le pregunté al sargento qué significaba y contestó que el gordo era el líder de nuestro grupo, por lo que teníamos que seguir cada orden que él diera. Ahí comprendí por qué nos habían hecho esas pruebas, me sentí aún peor al pensar que si le hubiera ganado, tal vez yo sería el líder del grupo. Me di cuenta que el pequeño Sánchez estaba en el otro, era una lástima (no consideraba una victoria del otro grupo), pero sería mejor para él volver a su casa sano y salvo. Terminaron de vestirnos y armarnos, nos dieron las últimas indicaciones y marchamos a la batalla simulada, con peligro totalmente real.

Al principio no tenía miedo, lo tomaba como un ejercicio más, pero al ver que el interior del lugar era una simulación de un campo de batalla, las manos me empezaron a temblar. Era un bosque interminable y enorme, con un río asomando a lo lejos. El clima parecía haber cambiado por completo, era casi como si estuviéramos ahí, en la guerra, salvando nuestras vidas y la de nuestro país. Estábamos reunidos en nuestro campamento alrededor de una fogata, todavía no salía completamente el sol. El comandante Ibáñez, pensativo, nos dio la orden de separarnos en grupos medianos e ir explorando el área, designando un mensajero a cada grupo para que le contara al siguiente los datos del terreno o si había divisado al enemigo. Las reglas eran que, si se escuchaban disparos, todo el grupo iría hacia dicho lugar, y si alguno resultaba herido, sería llevado al campamento, con un médico y un guardia fijos ahí. Cacho quedó como el guardia. A mí me tocó en el grupo con Ibáñez, supongo que los amigos trabajan mejor juntos.

Iniciamos nuestra travesía con cautela, adentrándonos en el centro del bosque falso paso a paso, mirando repetidamente alrededor. A veces nos asustábamos de sombras o insectos, demostrábamos ser novatos. Atravesando en medio de los árboles sentíamos que estábamos solos, no se escuchaba ni una voz, no se veía ni un alma. El mensajero llegaba con las mismas noticias de todos los subgrupos: Nada. Sólo árboles, el grupo de más al este bordeaba el río, pero estaba tan muerto como nuestro entusiasmo. Es cierto, teníamos miedo de luchar, sin embargo queríamos hacerlo, nos decepcionaría encontrar que el lugar estuviera vacío, que era todo una trampa o una broma.

Más adelante y a la distancia, finalmente llegó: se oían disparos. Nuestros nervios se crisparon mientras íbamos hacia el lugar, rápida pero cuidadosamente y siempre bien escondidos. El cambio de panorama fue bonito de encontrar, terminaban los árboles y se extendía un campo abierto, aunque unos segundos luego de eso nos enfrentamos a la sorpresa más desagradable que pudimos encontrar; todo un subgrupo muerto a balazos por el enemigo. Al parecer se habían precipitado en la impaciencia y fueron un blanco fácil. Esos robots estaban por ahí, esperaban a una nueva escuadra de ingenuos que creían que no había nada alrededor. En ese grupo estaba el negro, a mí me habían asignado limpiar las habitaciones con él, y ahora estaba muerto. También Estévez y muchos otros. No lo podía creer, pero esos malditos no se saldrían con la suya, como dijo el general, “les daremos caza”.

Una mirada con Ibáñez y el resto del grupo nos bastó para tomar posiciones, esperando a que el enemigo se arriesgara a buscar a otro grupo y se expusiera a nuestras balas. Esto no tomó mucho tiempo, salieron dos hombres con máscaras como las nuestras, pero de distinto color, o no eran hombres, debían de ser los robots. Les disparamos directamente, pues ellos no nos veían y tuvimos tiempo de sobra para apuntar. Cayeron estrepitosamente y gritaron. La sangre chorreaba por todos lados, pero ¿acaso no eran robots? Esa tecnología que usaba el ejército era impresionante, tan real, tan humano. Los otros salieron rápidamente en auxilio de los caídos, de manera equivocada pues así los pudimos encontrar sin buscarlos y fueron abatidos tan fácil como sus amigos. Creímos que el área estaba despejada y seguimos camino.

Sin darnos cuenta, estábamos en plena batalla. Un par de mensajeros habían llegado anunciando la misma masacre, bajas por un lado, aunque afortunadamente predominantemente victorias. Nos dolía encontrar a nuestros amigos muertos, aumentaba el odio a esas máquinas humanas, les tirábamos sin pensarlo dos veces, pero algo no estaba bien, una especie de duda que inquietaba a todos y nadie se disponía a contar, la velocidad del enfrentamiento no lo permitía. El frente ya se había hecho evidente, con pequeñas disputas alrededor del centro del edificio, los enemigos eran numerosos, pero también nosotros teníamos a todos nuestros grupos reunidos y les plantábamos cara muy bien.

El gordo dirigía de forma inteligente, distribuyendo con precisión y ayudando a los heridos. Sabía moverse y era carismático, lo cual facilitaba el obedecerle y subía la moral ya que sus órdenes daban resultado; íbamos ganando. En un momento de recarga general, se me acercó y me dio una orden extraña, yo no entendí la razón de su pedido. Igual lo haría, era mi comandante. La palabra “disciplina” resonaba en mi cabeza.

Me aparté lentamente hacia el lugar donde originalmente nos enfrentamos a los primeros, cuidándome muy bien la espalda por si quedaba alguien merodeando o medio muerto que tuviera fuerzas suficientes para disparar. Por suerte no encontré nada de eso y continué hasta llegar a la pila de cadáveres donde yacían el negro y mis aliados. Luego avancé a donde nos tiroteamos con sus malditos asesinos, me preguntaba por qué el visor podía ver a través de las máscaras de nuestros amigos y no del enemigo, pues se veían bastante semejantes. Miré con odio a esos cuerpos tiesos, noté que uno de ellos llevaba una estrella en la cabeza, justo como la de Ibáñez, debía de ser el comandante enemigo, ahí muerto. Sonriendo, agarré su máscara y se la quité para encontrar una sorpresa que me hizo saltar los ojos y helar la sangre. Aquel rostro me era familiar, pero no podía ser, tenía que tratarse de algún error o engaño. Creo que para esto el comandante me pidió que registrara los cuerpos, quería estar seguro así que sentí el frío cuerpo de Rodríguez y noté su carne inocente, humana. No era ningún robot. El hombre de acero había muerto y todos los demás también eran mis compañeros. Probablemente el pequeño Sánchez estuviera ahí, pero yo ya no quería saber nada. Lo que pasaría a continuación no era decisión mía, sino del gordo.

Corrí sin cuidado hacia el campo de batalla, con los ojos vidriosos y el cuerpo totalmente helado. Llegué para encontrarme con que el baño de sangre seguía todavía y ahora lloraba las caídas de los dos bandos. Buscando al comandante divisé al turco luchando ferozmente y siendo alcanzado por una bala justo en la cabeza. Eché un grito al aire, ya no podía aguantarlo más, mis amigos estaban matando a mis amigos. Tantos juegos que compartimos, las salidas nocturnas para tomar mates a escondidas, nunca más eso turco, nunca más. “¡Te extrañaré amigo!” Grité, pero no se escuchó, probablemente no se hubiera entendido de todas formas.

Encontré a Ibáñez luchando por sobrevivir, la batalla recrudecía y todo se tornaba difícil, ya no me interesaba cual de los dos bandos llevaba ventaja. Nos apartamos a un lugar seguro y le conté lo que había visto.

-Entiendo.-Dijo, y cerró los ojos- Creo que lo mejor será no contar nada

-¿Qué?¿Pero vos estás loco?

-Escuchá, Fabián, ¡no podemos decirles! Si lo hacemos, todos nosotros vamos a morir. En el fuego cruzado no entran las palabras, es imposible hacer que los otros entren en razón.

-No. No es imposible. Y aunque vos seas mi comandante y mi amigo, no voy a dejar que sacrifiques así las vidas de todos.

-Por dios-Suspiró, hizo silencio un rato y continuó-Mirá que sos difícil che.

Llegamos a un acuerdo y marchamos hacia los previos mensajeros para que hicieran un último aviso: juntar a todo el ejército y llevarlo al campamento. La palabra se fue expandiendo, con dudas y desconfianza, pero si era orden del comandante, así debía hacerse. Una vez reunidos, Ibáñez dio las indicaciones del último plan. Si resultaba, esta carnicería terminaría de una vez.

Nos pusimos uno al lado del otro y fuimos marchando al unísono hacia el campo de batalla, donde estaba el enemigo solo. Tiramos nuestras armas en el camino, hubo un silencio total y únicamente se escuchaban nuestros pensamientos, combinados en una singular plegaria por salvarnos a nosotros y a nuestros aliados enemigos.

Entramos en el medio del campo abierto con nuestras manos levantadas. Algunos disparos volaron hacia nosotros y un par cayó al suelo. Al ver el gesto de paz que ofrecíamos, ellos no prosiguieron el ataque, pero se encontraban confundidos, y ya no tenían comandante al que pedir indicaciones. Fue entonces cuando todo nuestro grupo se quitó las máscaras. Uno a uno revelábamos nuestros rostros de carne y hueso, las lágrimas de dolor y la amarga sensación de engaño que recibimos de nuestros superiores. En un instante los del otro equipo comprendieron e hicieron lo mismo. Corrimos para abrazarnos y gritar y llorar, el gordo se convirtió en líder de todos y ordenó que buscáramos los cadáveres para darles luego un entierro digno. Nos juntamos a planear nuestra venganza contra los rangos mayores, tomar el cuartel no sería fácil, pero éramos muchos, jóvenes y llenos de ira.

A medida que entraba el mediodía se me pasaba el dolor desgarrador de la muerte. Lo pensamos bien y llegamos a la conclusión de que no podríamos hacer nada más que seguir adelante, recordando con orgullo a nuestros caídos. Conté y vi que, para mi sorpresa y la de todos, quedábamos exactamente la mitad de los que habían empezado el año. Nos preparamos para salir a recibir el año nuevo, los que todavía no se habían hecho los exámenes ahora se los tomarían, yo por mi parte quería ir a mi cama a descansar, olvidar un poco todo esto. Sólo recordaré lo siguiente: Habíamos ganado.