miércoles, 22 de diciembre de 2010

Vida dual

Un agujero en el fondo del vacío tuerce la imaginación, lleva mi mente a lugares de profunda depresión, aunque sé que la vida sigue igual, ya nada tiene sentido si no es hacia mal.
Busco algo multicolor, sin rutina y sin dolor, con árboles de cristal y sueños de papel, donde el pájaro vuele feliz sin saber por qué. Para jugar en el jardín de la eternidad debo quitarme este pecho, llenar el vacío y matar al asesino.
No se permite cantar. No se permite crecer. No se permite sentir, ni amar con el corazón. Sólo un oscuro castillo que absorbe todo y separa al verde del frío, haciéndolo a un lado solitario e infeliz. ¿Dónde quedaron los otros castillos? Los de arena, los de esperanza y paz. Estarán atrás, o acaso adelante, pues el tiempo es un círculo en marcha constante. Esta alegría ya la he vivido, esta tristeza la he padecido. Todo está hecho, una y otra vez sobre hojas en blanco superpuestas. Pero el papel es únicamente alimento del fuego de la memoria pasiva, oculta y dispersa entre este inconsciente colectivo.
Busco viajes voluntarios a ambos castillos, a ambos jardines, quisiera poder cambiar y darme vuelta cuando quiera, pero es muy difícil....si tan sólo pudiera.

Todo es Inútil

Todo el conocimiento es inútil si no estamos juntos
Estos ojos dulces disculpan su estupidez
Lágrimas derramadas hasta los confines del mundo
Los labios callan, no quieren gritar tristeza

Si alguna vez fuiste mía
Recuerda bien esos días
Donde usaba mi mano para acariciar
Y con la cuchilla traicionaba por detrás

El amor no es la muerte, pero se siente tan frígido
Como un beso helado para mantenernos vivos
O un páramo desolado donde oscuros demonios
Pican el corazón hasta enloquecer

No comprendo por qué tanto alboroto por un poco de piel
Siempre que salga el sol yo estaré bien
Con su luz cálida de hogar
Si te encuentro, no nos cansaremos de ella

martes, 21 de diciembre de 2010

Mi rayo de sol

Bla bla bla
Pensamientos interminables
Una voz depresiva gira mi cabeza
Los sueños no pueden expresarse en carne

Dolor de puro amor
Rimas tontas y vos
Siempre tan bajita e inalcanzable
Me mata tu mirada que no sabe nada

Vueltas frías dentro de tormentas
El ojo es ciego a la felicidad
De un lado a otro busca su luz renacer
No encuentra más que lágrimas que derramar

Sos mi dios
Dejame llevarte a un viaje en moto
Tengo esta voz
Para cantarte baladas de corazones rotos

Miremos al sol
Tan radiante de calor multicolor
Estás danzando sin problemas en el más allá
Solitaria mi alma te precisa en el más acá

Quiero alcanzar el sentimiento dorado
Unir en un círculo el futuro y el pasado
Besar tu piel de manteca donde resbala todo mal
Y oír tu suave voz aguda hasta el final

miércoles, 15 de diciembre de 2010

Quisiera volver a esto nuevo

Siempre que estoy con vos me dan ganas de más
Un deseo de besar esos labios ligeros
Nunca me reprochaste que no supiera amar
Mi mano palpando la tuya que se aleja

La mente fija en tu imagen dorada
Nuestra relación tan frágil como el cristal
Encuentros o peleas del pasado renacen
Y la duda arde tan viva en mi pecho

La sangre fluye por mis venas
Al rojo vivo gritan mis ojos
Es amor, es dolor
O un joven que muere de pena

En la calle oscura nos encontramos
Con el alma miedosa y mirada perdida
Te lo digo todo en un silencio tímido
Una lágrima cae sobre mi corazón marchito

lunes, 29 de noviembre de 2010

Guerra de la calle

Me encontraba en otro frío día matutino, de los que lo tientan a uno a quedarse en la casa tomando un té humeante, tal vez verde o de manzanilla, cuando salí de mi casa para iniciar nuevamente mis estudios y seguir contribuyendo al sistema.
Era Primavera, cuando el sol sale cada vez más temprano y con él los múltiples porteros de los edificios a limpiar la respectiva porción de calle que pertenece a los mismos. Nada del otro mundo, un puñado de hombres (y a veces, con un número en aumento por la igualdad de trabajo, mujeres) repartidos a lo largo de Culpina lacerando el piso con baldazos de agua helada y en ocasiones deciden ahogarlo lenta y cruelmente con una manguera, o realmente, con lo que sale de ella. Siempre que los veo siento una mezcla de rabia y pena, pues no dejan de atacar a lo que más deberían apreciar, esos trozos de piedra les dan trabajo al fin y al cabo. Pero no, hasta priorizan a los transeúntes enormes que pisan descaradamente su sostén. Los odio. Yo por lo menos mido mis pasos y pido perdón cada vez que creo haber lastimado a la vereda.
Por eso, luego de las cuatro cuadras que camino encuentro mi expiación en el sufrimiento de viajar en colectivo, que se asemeja a un parto. El calor y frío, apretujados, enterrados con un silencio mortal debido al miedo a la interacción entre desconocidos, Dios no permita que hable a alguien cuyo nombre no sé. Se cierran las puertas, entran las monedas, falla una y vuelve a pasar, esta vez de forma exitosa, y luego de haber encontrado un lugar fijo relativamente cómodo se pasa al padecimiento sistemático del viaje, mirando con ojos de zombie a la ventana, a veces a ningún lugar. Sin música por temor a la sordera causada por el uso constante de auriculares, pero con un sueño terrible, el peso del año que cada vez duele más cae sobre mis párpados y los hace cerrarse.
De repente y como una epifanía lo vi: otro de esa jauría de porteros, sólo que diferente. No sé si eran sus manos de oro o su concentración fija. La manera en que dominaba el manejo de la escoba era impresionante, hipnotizante prácticamente. Parecían como caricias, masajes de un profesional, o una madre arropando a su hijo, espantando a los malos espíritus y con un beso asegurarle que todo estaría bien. No lograba fijarme en que para ver mejor corría bruscamente a los demás pasajeros, aunque esto hizo que dirigieran la mirada hacia aquel lugar extrañamente atrapante. Fue mi primer impulso el bajar, luego me puse a una distancia razonable de él para que pudiera continuar con su labor. En el colectivo, las personas llevaron su atención hacia la escena. El chofer debía estar mirando también, pues el bus no se movía ni parecía tener intención de hacerlo. No sé cómo, pero podía escuchar su silencio, notarlos mirarme a mí mirándolo a él, todo se asemejaba a una película.
Indescriptible era la ternura que causaba en mí tal trato maternal. Por un segundo me sentí inconsciente, atravesado por la tranquilidad como una flecha, en mi mente ya no existían la escuela, el dolor ni los porteros malos. Como un espejo se vio reflejada en mí esta sensación, ya que todo el mundo comenzó a sentarse cerca mío y después alrededor del artista para contemplar su acto. Se respiraba el silencio más cómodo de todos, ojos fijos en dedos suaves de seda que hablaban al piso y lo hacían sentir que era cielo. Nos sentábamos sobre nubes, delicadamente cuidadas por un ángel de estatura baja.
No sé bien cómo ni cuándo empezó, pero una vez tirada la primera ficha de dominó, el efecto no tardaría en expandirse. Así fue, detrás mío divisé una congregación nueva en otro edificio, menos bello, menos puro. Habíamos encontrado un falso ángel con falsos seguidores, y nuestro grupo no veía esto con buenos ojos. Descubrí que, en los lentos diez minutos que pasaron, mis compañeros espectadores y yo habíamos llegado a un estado de unión y empatía tal que no requería necesidad de palabras que lleven a acciones.
Creo que fue el de rulos, que le daban un aire joven y rebelde, el que tiró la primera ficha. Un piedrazo que dio justo en la cabeza de uno de los fans e inició las hostilidades. Muchos lo miraron y se ensañaron en tildarlo de violento, pero esto daba igual, pues él hablaba por todos nosotros.
Tomamos posición, tachos de basura como escudos y piedras o palos de armamento. El muchacho con anteojos de sol lanzaba bien y los gritos de las mujeres eran bastante desmoralizadores. Los problemas empezaron durante la captura del primer auto por parte del enemigo, contaba con un pelado fornido con aspecto de ex convicto, intimidante y fuerte. Mucho más resistente que un tacho de basura, el automóvil tenía una capacidad de guarnición para cuatro personas y cubre el terreno de la calle en su totalidad. Acto seguido, hicimos lo mismo, de a muchos juntamos una camioneta y la ilusión de nuestro líder dominando la zona se vislumbraba cerca. Con la moral en alza debimos habernos confiado, de otra forma no nos habrían quitado a una de las mujeres para utilizarla de escudo. El tiempo corría y el rencor crecía, nuevas oleadas de gente venían con cada colectivo que pasaba, mas las fuerzas siempre se hacían parejas. Entre los escombros de la pelea hallamos una soga con la que atamos entre cuatro al pelado y lo tiramos abajo, bien merecido que lo tenía. Una joven salió de atrás y rasguñó en la cara a mi compañero, el de la remera con una estrella azul. La agarramos y la llevamos a la prisión improvisada de tachos de basura, los autos no se usarían porque si los juntábamos tendríamos que preocuparnos por una revuelta de prisioneros.
Las tácticas de un bando eran imitadas rápidamente por el otro, culpa de los mensajeros, idea nuestra. Tanto revuelo había generado cantidad considerable de humo. Temporalmente ciego, escuché a uno de los mensajeros acercarse a lo lejos y le aclaré mi posición gritando. Me tomó de la panza y me llevó a la base enemiga, maldito bastardo. Ahora en su cárcel, debía encontrar una forma de escapar.
Mi rabia era inmensa, yo sabía la verdad y no permitiría que me encarcelaran unos tontos equivocados. Podía zafarme del tacho luego de forcejear un rato, pero el guardia me encontraría a tiempo para volverme a meter y vigilarme con más frecuencia. Necesitaba una distracción y la obtuve cuando mis aliados incursionaron en la zona, obligando a mi vigilante a enfrentarlos, permitiéndome escapar. Un pensamiento me recorrió completo como un escalofrío, era tiempo de cambiar las cosas.
Corrí buscando nuestra base, era preciso volver. El humo hacía todo tan difuso e igual que no distinguía Rivadavia de Malvinas Argentinas, la hora del día era indescifrable. Di vueltas mil veces hasta llegar a los lugares más recónditos, mas era imposible encontrar lo que buscaba. Luego de un rato de estar parado me di cuenta; debía estar en la zona donde el humo se revolvía. Paseé rápidamente mis ojos y...¡Eureka! Ahí estaba. El gran mago, por quien valía la pena luchar y generar tanto lío. Seguía barriendo, pero en su semblante se notaba la incomodidad, eso no podía permitirlo, ni tampoco tenerlo en medio del fuego cruzado. Lo tomé y escapamos fugazmente de ahí. Crucé con los ojos cerrados y sin mirar atrás, me dolía dejar a mis compañeros, en parte sentía que los traicionaba, pero todo valía por la causa.
Una vez afuera solté su cuerpo y me arrodillé ceremonialmente ante él.
-Mi señor, ahora está a salvo, debo escoltarlo a un lugar seguro.
-¿De qué estás hablando? ¿Vos fuiste el que generó todo ese quilombo?
-Es imperativo que dejemos este lugar.
-¿Estás loco? Yo me voy, solo.
-Pero....pero ¿Y la causa? ¿La batalla, todos los aliados caídos?
-En serio, no te entiendo. Yo no estaba involucrado en esa pelea ni pienso estarlo. Ahora me voy, no quiero estar más acá.
Me miró serio y se fue.
Comencé a vagar de manera errante por la calle tranquila, sin poder digerir todo lo que había pasado. Una lágrima cayó sobre mi cara y mis ojos no eran capaces de ver a otros por la vergüenza. Iba pateando una lata, el sonido llenaba el aire sin humo, sin ruido. Comprender las cosas resultaba doloroso, pero mejor resignarse e ir a la escuela de una vez.
Creo que la batalla aún continúa, en esas frías calles sin tiempo, ya despojados de líder, verdad o justicia. Ese círculo macabro de humo y griterío parece tan ajeno a todos, pero dentro de nosotros sabemos que lo causamos y contribuimos con que siga. Al final de todo, la calle, el mayor tesoro, resultó la más perjudicada.

jueves, 11 de noviembre de 2010

Historia de un amor cuando ya no es amor

Hoy vi un tulipán morir
Yacía negro y seco como día nublado
Entre las orillas de un río de miel
Éstas son las memorias de abril

Esa soga que saltabas
Junto a los árboles y el canto
Sólo sirve para ahorcarte
Abril ya se fue, toca Mayo

El reino de los otros se hace más grande
A medida que escondidos nos quitan nuestro mundo
Fluye el odio y tiñe el campo verde
Abre la herida y mella en lo más hondo

Caminábamos juntos de la mano
Inhalando muerte, exhalando libertad
Habíamos llegado al punto perfecto de unión
En que no se distingue qué es mentira y qué es verdad

Pero la vida nos tornó grises y separados
Esos prejuicios manchados de envidias
Que destrozaron corazones solitarios
Y obligaron a inventar crudas desidias

Así resulta este frío otoño
Ya no miramos al pasado
No más flores, no más cuerdas
Únicamente nuestro desflorecer atado al olvido

domingo, 24 de octubre de 2010

Yo te avisé

Yo te avisé
Un frío rayo me parte el alma
Mi espíritu, moneda devaluada por otros
Navega aproximado a la nada

Aquí he vivido mis últimas existencias
Donde la carne sólo sabe arrodillarse humillada
Y el bastardo aroma a flores rotas llena los ojos
Mutila el ser en pedazos igualmente muertos

Ya fui al río a beber la lujuria
Lo fácil, el engañoso placer vestido de blanco
Ya salté al vacío para llorarme a mí mismo
Viviendo exilios, destierros, inquisiciones, me rindo

Una sonrisa dilucida la mentira de estar al revés
Girando sobre el mundo me pierdo
El baldazo de agua helada que lanzan los demás
En un intento de abrir la conciencia, termina siendo un cerrar

Todo esto se sabía
Se notaba en mi presencia distante
Una risa falsa contando un chiste que no es sino verdad
Sino anhelo de cielo rosa negado

Yo te avisé
En este cuerpo enlagrimado yace la confirmación
Con un disparo que divide la muerte
Entre el antes y el después

lunes, 11 de octubre de 2010

Un escrito camusiano

...Y así terminaba de escribir para entrar en un descansado letargo, se le había ocurrido la idea hacía ya un mes. Sus problemas para conciliar el sueño se vieron menguantes noche tras noche en las páginas de su cuaderno, transformando en tinta las vivencias de su día, que bailaban sobre el papel y a la vez lloraban por ser verdad en lugar de una mera novela ficcional, con un protagonista solo, insípido y desabrido que le duele el existir. La vida lo atraviesa suave como un cuchillo delgado, lenta y silenciosamente se desespera de lo normal, busca en vano alguna salida de esta caja sellada al vacío. Relee sus escritos anteriores y se da cuenta que patalear y gritar no sirven de nada, tampoco el fingir. Es como un hambriento en una biblioteca, no tiene nada que hacer en este mundo.
Nunca hubo chispas de emoción, o el descubrir de su propio ser, sólo esa fría sensación de un hombre que no es más que eso, polvo en la arena. Tanto deseaba música estridente, un rock progresivo, acaso un jazz multi instrumental de lo que escuchan las personas cultas. Pero esos anhelos estaban imposibilitados, no por su capacidad, sino debido a una especie de fatalidad poética, la desdicha inimpugnable que buscaba él mismo, artista desconocido y oscuro, reconocedor de formas y palabras, pintor de la vida y las estrellas, lacerado por el látigo del silencio. Era actor de una tragedia que nadie vería, o tal vez sí, si publicaba su medicina/biografía. Igual de terribles eran ambos destinos, que el mundo conozca su historia o se prive de ella y no vea otra luz que llora en el espacio. No podía hacerlo, sería traicionarse a sí mismo, haber vivido un doloroso nihilismo para entretener a algún lector que no entendería su problema, ni siquiera si se pusiera a reflexionar. Dejar sus palabras al viento era propio de él, lo más cómodo y predecible, pero sentía una puerta que se abría, una forma de dejar de ser, comenzar a disfrutar durmiendo en la ignorancia de un posible best-seller. Cavilando en sus tribulaciones fumaba como loco, su traje olía a nicotina y desolación. Se agarraba la cabeza porque sentía que iba a explotar, temía encontrar nuevas decepciones, porque sabía que lo único infinito en la vida era la tristeza humana.
En un grito miró hacia el techo, aunque sus ojos estaban ciegos. Al abrir su boca en la exclamación dejó caer el cigarrillo en los manuscritos convirtiéndolos sorprendentemente rápido en ceniza. Ahí estaba, de vuelta a sufrirse a sí mismo. No fue un momento trascendental en su existencia, ni siquiera le dio tanta importancia. Se volvió a dormir pensando en que no había sentido de la vida y bien daba lo mismo entregar los papeles a una editorial o quemarlos, y lo segundo daba menos trabajo.

viernes, 1 de octubre de 2010

La nada

Yacía pálida como la luna y fría de soledad, enmarcando recuerdos distantes llenos de besos de dolor. Cavilaciones de humo blanco que nacen y mueren en su soledad. Gritos ahogados que no se oyen en el espacio, no hay sonido, no hay sentimiento. Se adivinan mil músicas en las aguas negras donde duermen las estrellas. Oscuridad de infinita sabiduría, ¿A quién esperas para resplandecer? Ilumina a la luz con tu ausencia de brillo.
Solía ser joven, real, con un perro y un amor. Miraba por la ventana hacia arriba y sólo decorabas mi techo, el de todos, pero nada más que eso. Nuestro cielo inmortal, fábrica de eternidad divina, inspiración de poetas y corazones rotos. Ahora estoy aquí y lloro, mis ojos desdibujan los cuerpos celestes, quieren cerrarse pero ésta es mi condena, la del vagabundo espacial que merodea por este vacío donde el tiempo no existe ni en la mente. No le temo a la muerte, la anhelo y se me escapa, acaso nunca llegue a alcanzarla.

jueves, 23 de septiembre de 2010

Amor de invisibles

Creo que nunca te oí decirme te quiero. No clara, ni realmente. Este amor ya se ha tornado negro, con mentiras blancas que intentan salvarlo pero no, no es su color. Merecía un entierro honorable con una lágrima recorriendo nuestros cuerpos desnudos, sin caricias comprometedoras. Estaba en la cornisa, a punto de caer cuando tu mano rozó la mía y evitó el quiebre de mis huesos y corazón. ¿Por qué me salvaste? ¿Acaso sos ciega? Cualquiera preferiría morir antes que vivir en un gris campo sin vida y fingir que era canción de fogata.
Nos deseamos y nos tuvimos, tal vez demasiado pronto para unos niños, que después de todo es lo que somos, niños de mente, de alma. Puros, sinceros hasta el límite buscábamos la suciedad para encontrar sólo dolor falso, vacío, falta del otro y exceso de espejos de uno mismo. ¿Dónde están los cigarrillos que nunca fumaremos dedicándolos a nuestra distancia? ¿La luna, el olor a noche, las luces de la ciudad que nunca más sentiremos en nuestros rostros juntos? Imagino un acorde para describir este momento, sería grave y distorsionado, tan solitariamente instrumental. Así lo imagino, como te imagino a mi lado, hasta que me doy cuenta que no, sí estamos juntos en mi cama, simplemente te noto invisible, o ni siquiera te noto. Podrías dejar de respirar y nada cambiaría, pues estarías falleciendo en otra habitación, otra dimensión.
Hoy me siento pétalo que mata a la flor, por querernos dejamos de amarnos. Las nubes dejaron salir al sol, pero me quema la piel. Ya no hay espíritus, se han ido y me siento solo. Cayó mi velo de felicidad, jamás podré levantarlo de nuevo. Tu mano también estaba dentro de la mortaja, supongo que eso es lo que más me dolió. Ni la falta de pasión, ni la apatía de después del sexo, ni siquiera el engaño. Era la conciencia del engaño, el deseo de mentiras, de vivir muriendo.
Todo esto me ha hecho volverme loco, ahora no soporto tu presencia y la de nadie más, no sea que vaya a encontrar más velos porque terminaría por ahorcarme con uno. El sueño fue bueno mientras duró, pero la música terminó, la banda ya se fue. Sólo quedás vos, muerta en mi mente y dormida en el mundo.

domingo, 19 de septiembre de 2010

Todas mis guitarras

Todas mis guitarras son mías
Algunas ríen, otras miran
Muchas veces son cuerdas de sonido
Cantan colores y agujerean mentes

Todas mis guitarras son ricas
Tienen casas en la costa y sabor a vainilla
El mundo entra en su ego
A veces olvido que son guitarras

Todas mis guitarras son tibias
Caminan abrazando sonrisas
Brillan de sol y de luna
Giran alrededor de sí mismas

Todas mis guitarras son genias
Matan rostros y crean almas
Edifican ciudades con conflictos existenciales
Oh, ahora quiero tocar la guitarra musical

martes, 17 de agosto de 2010

Te sentí

Te vi y me largué a llorar
Te lloré y me largué a mirar
Te largué y vi otros llantos
Otras almas que aman y sufren
Más espejos reflejando nada
Ambicionando seres, queriendo ser
La pluralidad del amor
La soledad a la que todos estamos atados
Una unión fantasmal de extraños
Que por no estar solos se conocen
Y se olvidan
Y se repiten
Y se sublevan
Surcan el mar de la melancolía
Lleno de lágrimas de ex dolor
Ahora se nada tranquilidad
Ayer fue algo mi amor
Hoy es un recuerdo del pájaro que se voló

jueves, 12 de agosto de 2010

Prisión Libre

La suerte le había llegado. Su ex vida lo abandonaba lentamente, o acaso de manera fugaz. Sucedió sin querer, los pensamientos desembocaron en ese extremo por cosas del azar. Que el vacío espiritual, que el alquiler estaba muy caro, que la realidad no existía, o no existía el existir. Hasta ese momento había sobrevivido con ironías poéticas, con dioses, con suaves mentiras sordas que lo miran a uno y lo dejan dormir. Despertar y ver que somos ciegos, absolutamente todos, que todos eran él y él no era nada. No podía ni siquiera desesperar, por más que quisiera. Sólo podía desaparecer poco a poco, entendiendo su vacío. ¿"Su" vacío? el vacío. Alejándose de la falsa verdad sin moraleja, gritando una y otra vez que una rosa es una rosa es una rosa es una rosa y lloraba, porque no sabía ni qué era una rosa ya. Tampoco sabía qué era la letra S, o cómo hacían las madres para enterarse de todo. Retomando pensamientos, cambiando de tema, porque ahora recordaba su infancia cuando su madre le hizo confesar que tenía novia, pero no, era mentira, no había ninguna Julieta, ni una Micaela años después.
Esas nimiedades, que hace un segundo resultaban un olvido que nunca fue, lo hicieron regresar, revivir si se quiere. No lo podía creer; estar tan cerca y volver, estaba lo suficientemente decepcionado como para intentarlo de nuevo, pero no. No servía si se creaba, eso era lo único en el mundo que no podía ser creado, debía fluir, como el pájaro fluye en el aire.
Se había burlado de él, dios lo había hecho, pero él lo era. Un dios que podía hacer cualquier cosa menos engullirse a sí mismo, y esto le daba rabia. Tal fue su dolor que rompió en llanto, odiaba ser libre en su prisión, estar apresado en un campo verde eterno, donde la brisa primvaeral le hacía sonar las cadenas oxidadas.
Desapareció por un instante, y toda su vida fue eso. El resto era un grito seco de máquina, era felicidad sin fin, la realidad más larga e irreal que se había realizado.
Apareció por un instante, y eso fue toda su vida.

martes, 27 de julio de 2010

El Subte del Amor

En invierno el frío contrasta horriblemente con el cambio de temperatura en lugares cerrados, sobretodo ese conjunto de calor corporal en los subtes. Por eso al subir es hermoso el contacto que nos libera del tiritar y de los dedos duros, pero al cabo de unos minutos se maldice el sofocante encierro. Igual no importa mi opinión de los subtes, mientras sean el transporte más rápido los tomaré. En hora pico y con la mochila pesando, los tomaré.
Siempre lo primero que hago es buscar un lugar, si es en un rincón mejor, de donde agarrarme, después miro a la gente a mi alrededor, como si me fuera a encontrar a alguien conocido, obviamente nunca sucede. Una vez me hube asentado, le empiezo a prestar más atención a la música del celular, casi sin sentido porque el ruido del subte tapa todos los demás. Aunque ahora que lo recuerdo, el episodio que voy a relatar fue un día que no estaba escuchando música, quizá por falta de batería.
Está de más decir que pasó en un subte en hora pico. Como de costumbre encontré una bonita chica a la que admirar y crearnos un romance imaginario para olvidarlo en el camino a casa. Tenía ojos azules y más edad que yo, lo que hacía la historia más interesante. Subió cuando yo ya había milagrosamente encontrado un asiento y en Acoyte, como había bajado más gente de lo normal por alguna razón, nuestras miradas se encontraron, era raro que alguien me contestara la mirada, especialmente alguien más grande.
En Primera Junta se subió un hombre en compañía de quienes posiblemente serían sus dos hijos. Su pelo blanco le hacía aparentar más edad de la que debía tener. Hablaban fuerte, como si todo el subte fuera suyo, y lo era, ya que el resto miraba al frente como zombie, escuchaba música, o la conversación de los recién llegados. La chica y yo apartamos la mirada del otro para formar parte del tercer grupo.
Era interesante, el canoso hablaba y cuando realmente me había puesto a escuchar sus palabras me estremecí al oírlo presumir de su nueva pistola de U$S6000. Sin poder contenerme, salté de mi asiento y enfurecido le grité "¡¡¡Asesino!!!".
Lo que pasaría después era evidente; mientras el hombre palpaba su cinturón mireé a la mujer y le pregunté si habría tenido oportunidad. Asintió lentamente temblando cuando yo recibía el plomo en mi estómago.
Me enteré que ella se había encargado de llevarme al hospital, pagarlo y cuidar de mí. Nunca más la volví a ver, ni oí hablar sobre ella.

martes, 20 de julio de 2010

Hombre Pájaro

Dulce pájaro,
Que ves de arriba hasta los sueños
Descansa frío
En mi mente de febrero

Hombre pájaro
Ven y salta al desierto
Muerde polvo
¡Es el polvo de la realidad!

Sé que nunca existes bello pájaro
Sé que morirás antes de nacer
Busco las palabras que te salven
En lo más profundo de mi ser

Razón de vida
Se pervierte en la mentira
Oscura y lisa
Tan bonita como el dolor

Pero está aquí mi gran pájaro
Me permite ver amanecer
Canta en el día y el ocaso
¡Da las fuerzas para renacer!

Un humano
Con el alma en otra parte
Encuentra pájaros
Para que sepan guiarte

Ven al campo
Tu regreso a la tierra
Tan imperfecta
¡Para nunca decir adiós!

sábado, 10 de julio de 2010

Viernes a la madrugada

El viento de noche azotaba mi pelo, una fría sensación me recorría pero el whisky en mi mano derecha me reconfortaba. Tomaba un sorbo y pensaba. Era un Viernes de madrugada, me acuerdo bien, me acompañaban las estrellas y vos, tan distante, tan impersonal. Tu recuerdo te reemplazó, tu ausencia te desfiguró. Tu lápiz labial azul ahora era un disimulado violeta, de todos modos no me gustaba, siempre me había inquietado.
Se me habían acabado los cigarrillos, los consumí todos, y ese perro que no dejaba de ladrad me irritaba mucho, pero con vos todo eso podía soportarse, resultaba algo trivial. Me acuerdo de tus ojos, de tu mirar malicioso, jamás pude interpretar tus expresiones, eso me fascinaba.
Había calma, me di cuenta que Buenos Aires era en realidad una ciudad desolada, pero nuestros gritos y cantos nos hacían parecer lo contrario. Sentía un dulce mareo, ése que se forma de alcohol y soledad y se pasea libre por el aire, estando fuera de mí, en todos lados y a la vez en ninguno. Me gustaría que esta sensación fuera real, así podría ir a ver cómo te va sin esos dos años de risas y pasión. Acaso te habrás ido con un cualquiera, de los que se consiguen al por mayor en los boliches. Bien sabés que soy distinto, mejor, porque yo tengo alma y ellos una canción con un éxito tan fugaz como sus amores.
Te has ido, pero volviste. En el fondo los dos sabíamos que vendrías con una botella de whisky para disfrutarla juntos. Fingís otro nombre, otra cara, te recordaba más alta y suave, ahora te veo y entro en tu juego, finjo que no sos vos, pero lo sé. Lamento haber dudado, supongo que así tenían que ser las cosas, bastante naturales, algo impropio de nosotros. Lo importante es que esta noche, una mujer llamada María o tal vez Mónica, recibirá mi amor hasta el alba, y hasta que se vaya para regresar con otro nombre.

sábado, 3 de julio de 2010

Alucinógeno mortal

Yacía en su habitación, la casa vacía salvo él, así estaba todo desde hacía semanas. El silencio se podía escuchar, anotar en forma de partituras. Su mente se había perdido entre pensamientos, soledad y alucinógenos, pero no le importaba, tal vez porque ya no tenía capacidad para ver las cosas y mucho menos para que le importen.
Era un fuck you a la vida burguesa, tantos dirían que es un tonto, se quedó sin amigos, acaso sin alma. Pero estaban equivocados, no podrían estar más errados: él era feliz, era todo perfecto en su eterno transcurrir en ese gastado sillón, sin tinelli, sin fútbol, sin preocupaciones. Nadie lo vigilaba, él había dejado de ser humano para convertirse en algo mejor. No necesitaba comer, ni siquiera respirar. Sus ex amigos no entendían nada de las imposibles palabras que él despedía en intervalos irregulares. Ellos no sabían qué decir, casi estaban más perdidos que él.
Él, quien eternamente sentiría su superioridad, su perfección, ajeno a esa vil sociedad, sonreía con los ojos cerrados.

viernes, 2 de julio de 2010

Pienso, luego existo.

Presiones, presiones. El chico impecable, que saca diez en todo. Creo que entendí qué es la perfección: mirar al frente, callado, prestando atención. No te dicen que seas un autómata que repite su discurso, son más sutiles, simplemente te piden que "des el ejemplo". Puedo tener un pensamiento libre, mientras no lo muestre y entregue una imagen sin fallas.
Si esto es lo que quieren, es lógico que busque cada día ser más imperfecto. Deseo desentenderme de ellos, ir abajo cuando van arriba. Dirán que este proceder es tonto, pero requiero de algún tipo de rompimiento de las reglas, pretendo humanizarme, alejarme de lo ideal.
Entonces en algún punto agradezco que estén ahí para enfrentarlos, la hipocresía recae realmente en sus palabras, las cuales hablan de su ayuda, de como ustedes están de nuestro lado. La única manera de la que nos pueden ofrecer ayuda alguna es haciéndonos luchar. Permítanos rebelarnos, cuando decidieron ser maestros aceptaron el ser nuestros enemigos. Acaso lo habrán aceptado inconscientemente. Pero deben entender que al educarnos obligatoriamente causan que sintamos cierta aversión hacia ustedes, pues tomar conocimiento sería admitir que hay cosas que no sabemos y lastimaría nuestro soberbio orgullo adolescente.
Nos impiden crecer, en cambio nos obligan a envejecer, ya que sólo el sabio experimentado está libre de errores, ni siquiera eso, pero ciertamente ha madurado. Y esto pasó porque cometió errores, su equivocación es que creen hacernos un favor al exhortarnos a decir no a estos males que durante su juventud han tomado desconociendo sus efectos. Agradecemos la información que nos dan, su postura acerca de lo que está bien y lo que está mal, sin embargo, además de eso nos imponen sus valores y prefiero descubrir los míos explorando ambos bandos que adoptar los de alguien más.
Estoy intentando descubrir quién soy, y ustedes sólo me hacen enojar, hasta llorar de confusión. Piden que tome posturas y que me movilice, que actúe, eso se lo dejo a quienes se conocen, quienes tienen pensamientos fijos del mundo. Yo no soy así: necesito probarlo todo, pensarlo todo, luego sabré que lo que hago es lo correcto y actuaré.

jueves, 24 de junio de 2010

Una historia que no me gustó para nada

La guerra estaba ya lejana. Por fin el imperio lo dominaba todo, desde el lugar del que sale el sol hasta donde se pone. Mis ojos cansados veían con felicidad el ocaso de las batallas, de los gritos, de la muerte. Esos sucios bárbaros llenaron con su sangre las copas de las que bebemos ahora los vencedores. Pronto su descendencia será corregida, le impondremos nuestro idioma y costumbres.
Me sentía deleitado de poder decir a mis hombres que estaba orgulloso de ellos, por su valentía y entrega. Marchamos al campamento, esta vez el cuerno no anunciaba masacres, sino fiesta. Nuestras banderas adornaban el lugar, el vino y las mujeres no tardaron en aparecer y el bullicio se hacía escuchar a lo lejos, seguramente hasta la capital. Los trovadores cantaban acerca del heroísmo de estos soldados, material para sus historias no les faltaba, pues los enfrentamientos habían sido largos, casi eternos.
Reíamos y maldecíamos los nombres de los difuntos enemigos, rezábamos por el destino de nuestros caídos. El jolgorio se fue a pasear y durante un rato dio lugar a la melancolía, el recuerdo de nuestras familias en casa parecía tan distante, tan etéreo, que nos sentíamos aliviados de iniciar el regreso a la tarde del día siguiente. La embriaguez nos hizo imposible evitar el vergonzoso acto de derramar lágrimas, y se sabía que luego de tal revelación la alegría ya no volvería como antes, había llegado a su pico horas atrás.
Poco a poco fuimos cayendo víctimas de Morfeo, algunos sobre sus camas, algunos en el piso, y otros sobre otros compañeros. Creo que concluímos nuestro festejo de la mejor manera, y ahora sólo restaba descansar y dejar a los esclavos el trabajo de limpiar. Cuando mis ojos se cerraron sentí movimiento, mi alma me llamaba a un lugar extraño que nunca antes había visitado.
No estaba seguro si era un sueño o algún tipo de visión, tal vez los dioses me habían elegido para ser su mensajero, aunque pronto me daría cuenta que no era así, ya que me encontré perdido en una habitación bizarra, desconocida para mí. Me sentía raro, con ese frío que azota a uno cuando descubre que está completamente solo. Algo en mi pecho me molestaba, quería liberarse y llorar, pero...¿de dónde provenía esta culpa? Tal vez me había trasladado al hogar de algún bárbaro, tan vacío como mi ser en aquel momento. Era normal, los habíamos arrasado a todos, no quedaba ninguno.
Sobre mis hombros cayó en un instante la sensación de la guerra, pero no la que yo siempre tuve, sino la de la cruda derrota. No pude más y lancé al aire un doloroso alarido de pena. A continuación escuché un chillido, sentí una vibración, y traté de encontrar al causante de aquel extraño ruido. Era casi como si hubiera esperado a mi grito para callarme efusivamente. Miré hacia mi izquierda y la vi: una pequeña bolita yacía sobre una mesa de madera. Tenía agujas que se movían, pero no servían para tejer o para la guerra. Una iba muy rápido y la otra se tomaba su tiempo, ambas apuntando a una serie de símbolos que no pude descifrar. El sonido seguía, saltaba y chillaba, la campana era golpeada repetidamente y no sabía cómo hacerla callar. Al cabo de unos minutos lo hizo, por gracia divina. Seguí mirando el objeto por un tiempo, luego recordé que era todo un sueño y traté de despertar. No lo logré, y justo cuando me lamentaba, como si lo hubiera intuído, la pelotita volvió a cantar. Finalmente comprendí: ahí dentro habitaba un alma que trataba de comunicarse conmigo, se lamentaba, quería salir, era obvio. Pensé que podría ser un bárbaro, pero al segundo refuté esta idea, los bárbaros no tienen alma. ¿Será algún compañero mío que acaso habré traicionado? No, ni siquiera por coincidencia, jamás pasó eso. Entonces me di cuenta, esa pequeña, ínfima vida con forma de pelota, que sollozaba sin cesar, era yo, tratando de escapar del sueño inmortal.
Al final desperté, mis hombres se habían ido sin mí a nuestra ciudad. Estoy perdido, nunca volveré a ver a mi familia. Parece que los dioses sí me habían elegido, pero no para ser un profeta, sino para maldecirme.

Euro Ilusión

Yo estaba en mi camino a Suecia, el avión no era muy grande, porque venía de España y queda cerca. A mi lado se sentaba una vieja con las prendas íntimas al aire, la gente copada se sentaba atrás, maldigo mi suerte. Lo peor es que pagué más por un supuesto mejor lugar.
Era un cazador oculto, precisando una mujer que no me veía, el problema es que yo tampoco a ella. Entre decepción y una corta siesta, llegamos y ¡dios nos salve! la belleza de las frías tierras escandinavas era magnífica. Sólo opacada por esa hermosa hippie. Guarda con los gigantes, me dije. Debía tenerla, y para eso ser el primero en hablarle para conquistarla.
Por suerte íbamos todos juntos en un tour, llamado El Paladar, porque viajábamos por Europa para ver las distintas culturas gastronómicas de los países. Un asco hasta ahora, pero lo vale porque ya he visitado el Louvre y las tumbas de los pensadores iluministas franceses. Una anestecia fue Alemania, pues caí enfermo por esas horribles salchichas y me quedé solo en el hotel tres días.
Mi meta era besar a la hippie mientras viéramos la aurora boreal sin que huela a frituras como en Holanda. Su sonrisa cálida me hacía ignorar las bajas temperaturas. Sí, ciertamente sería mía.
Empezamos a caminar hacia el micro que nos llevaría al hotel. En mi cabeza sonó un grito de guerra y comencé mi camino para hablarle. Cuánta desilusión al descubrir que aquella hippie tenía novio. El resto del viaje lo hice con una sonrisa fingida.

viernes, 18 de junio de 2010

Relato Corto

Fue todo muy repentino. Caminaba por Rivadavia cuando la vi parada en la esquina y me deslumbraron sus ojos de dulce miel. Fumaba un cigarrillo y no estaba seguro de si esperaba a alguien o estaba tomando un descanso del trabajo. Mi corazón fue más rápido que mi mente, así que dije lo primero que se me había ocurrido sin pensarlo:
-¡Qué hermosa que sos!
-¿Me hablás a mí?
-...
-Ey, ¿Me hablás a mí?
-Sí...emm, disculpame, es que me quedo sin palabras frente a la belleza de una mujer.
-jeje, bueno, gracias.
-Seguro pensás que estoy loco, pero no es así. Simplemente dije lo que tantos hombres han callado al pasar por acá.
-¿Creés que no lo sé? Si son todos iguales, yo noto cómo me miran.
-Y ahora seguro empieza la discusión, vos decís que no ven más allá de tu cuerpo, y esperás que yo te niegue eso con frases bellas.
-Bellas mentiras.
-Sí, tenés razón, son mentira, pero la mentira siempre seduce. ¿Me das una bocanada?
-Tomá.
-Decime, ¿Qué hacés acá parada en la esquina?
-Tomo un descanso, trabajo en el bar de la otra cuadra.
-Donde sólo te contrataron por tu buen físico, así que te quejás del machismo, pero lo usás a tu favor.
-Soy gerente, yo elijo a quién contratar, flaco.
-Oh...perdón. Ya está, ya es muy tarde
-¿Te tenés que ir?
-No, no es eso. Sino que pasó el momento y seguís pensando que soy un loco por hablarte así de la nada o tal vez hasta un pelotudo por lo que dije.
-No pienso que seas un loco.
-Eso lo dice todo. Tengo que irme, chau.
Hubo un silencio que pareció más largo de lo que fue, y lentamente me iba alejando de esa hermosa y decidida gerente de bar, a la cual no pude sorprender con mis encantos.
-Che, esperá- Me dijo y me iluminé por dentro
-¿Sí?- Pregunté con una especie de sarcasmo mal fingido
-Lo que hiciste no lo hace cualquiera pibe, requiere valor. Tomá un cigarrillo- Me adelantó el paquete e hizo una seña con la cabeza
-No, muchas gracias.
-¿No lo querés para sentirte mejor?
-En realidad no fumo, sólo te pedí una probada para sentir al menos una vez el sabor de tus labios.
Y me fui.

lunes, 14 de junio de 2010

Cueva sin Caballo

En todos los calendarios hay ciertos días que es mejor olvidarlos, pero esta vez me tomaré el atrevimiento de sacar a la luz una de esas historias que "jamás sucedieron".
Era de noche en realidad, con una luna ausente que acentuaba el silencio de ese invierno frío. El mundo se había ido a dormir, excepto nuestro pequeño protagonista: Llevaba un largo cabello castaño y tenía muy corta edad para estar solo. Su andar indeciso era causado tanto por su tristeza, la cual explicaremos más adelante, como por sus patas sin protección, puesto que no llevaba herraduras. A este valiente niño el destino lo había dejado a la deriva, sin procedencia o nombre siquiera. Su ingenio siempre le había permitido arreglárselas para sobrevivir, sin embargo nunca ha podido alcanzar la tan anhelada felicidad. Viviría en una constante y melancólica soledad, o eso creía.
Intentó recorrer cada uno de los caminos de la vida existentes, buscando sin éxito una familia que le dé amparo, sufriendo el rechazo de los salvajes caballos de campo, y con el paso del tiempo su única opción eran las numerosas escaramuzas que hacía para robar comida. Esto sólo lograba que el odio por él creciera, y que tuviera que escapar de rancho en rancho entre multitudes enfurecidas hacia un nuevo sol que no conociera de sus fechorías.
Su debilidad y llanto se hacían evidentes en su piel, las piernas cansadas caminaban sin rumbo, y su mente gritaba para evitar pensar en las cosas malas. De repente, la fría luz se tornaba menos fría, el silencio empezó a compactarse, y así aparecieron unas indeterminadas paredes que lo limitaban. En aquella cueva todo se encontraba oscuro, desdibujado, inmortal, y él se sentía rey de su mundo perfecto, donde las rosas sin colores destellaban un mágico brillo imperceptible para cualquier otro ojo, y la quietud de la música traía alegría al alma. El refugio ideal, lejos de los infiernos que consumen vidas o de caballos agresivos y excluyentes, que destruían ese palacio y lo transformaban en una mera cueva. Ellos no sabían nada, nadie sabía nada, ni siquiera nuestro relajado amigo, que no quería más que disfrutar de la paz hasta desvanecerse.
Así sucedió, en efecto, esa fatídica madrugada en la que los ruidos volvieron para amenazar la armonía, y el hombre decidió irónicamente llevarlo al rancho del que antes quería tanto formar parte. No le veían lógica a un desafortunado caballito sin dueño, solo en una cueva, y decidieron ayudarlo, así que lo tomaron y trataron de ponerle las herraduras que, de ahí en más, usaría toda su vida. El pobre luchó y luchó, pataleando y gimiendo. Quería ser libre, libre en su cueva, y con los ojos llorosos buscó socorro de su amiga la luna, pero no la encontró; ya se había rendido. La cueva se había quedado sin caballo.
Un alma se apagó esa noche, el juego y el goce fueron asesinados una vez más, y, aunque siga tirando de los carruajes y recibiendo comida, nuestro pequeño amiguito murió de pena hace mucho tiempo, cierto día que no es placentero recordar, pero sí muy necesario, para no olvidar nunca el sueño, el deseo, y la magia.

lunes, 31 de mayo de 2010

Uno de tantos insomnios

Hace ya una semana que no logro dormir bien. Esos pensamientos resuenan en mi cabeza con forma de música y, aunque es agradable, sé que no es real, pues es un mero reflejo, un deseo, y no el hecho en sí. El sonido no podrá ser disfrutado hasta haber concretado el hecho, cuando el deseo se haga recuerdo y no anhelo, porque vivir un anhelo sólo trae engaño, pero se siente tan cálido, tan palpable, uno no quiere salir de ahí.
Así caen los pensamientos, como una lluvia incesante de ideas que dominan los sentidos, tratando de cumplir con los instintos, siempre fieles a la necesidad animal, reprimida infinitamente por la sociedad. Y los ojos rojos de insomnio ya no saben qué ver, los pasos que caminan en círculos vuelven a la desesperación y se condenan a repetirla eternamente, sin otra salida que la de la explosión natural, la liberación del cuerpo para la calma del alma. Pero vuelve el miedo, la locura, la vigilia. En realidad nunca se fueron.
Si se pudiera combatir a los demonios solo. Pero no, uno necesita ayuda y no sabe a quién recurrir. Nuestras máscaras nos impiden ver que somos ciegos, y el fantasma de la soledad acecha una vez más. Romper las cadenas que nos separan, esa idea nos traerá la luz, la correcta liberación de las pasiones, y finalmente, la música se hará hermosa y podré dormir feliz.

jueves, 27 de mayo de 2010

Un relato real, con un toque de mentira

Me preparaba a ir como de costumbre a la escuela, temprano a las seis suena la alarma del celular y no puedo evitar seguir durmiendo, ignorando esa parte de mí que me dice que luego tendré que hacer todo apurado. Otra vez, un te lo dije no es suficiente. Entre gritos a mi mamá para que me dé la ropa y un vano intento de peinar mi enmarañado pelo con mis manos, pienso que hoy no hay razón para ir; ninguna materia interesante, salimos tarde, en fin, un día que no promete nada más que aburrimiento y desmotivación.
Ya me encontraba yo afuera con la música de Spinetta al máximo volumen, una de mis pocas razones para caminar cada semana por esas calles frías y monótonas, cuando veo el colectivo y lo corro. Claro, podía esperar otro como normalmente haría, pero algo me llamó a subir ahí, una especie de corazonada extraña que daba fuerza a mis aún dormidas piernas.
Busco un asiento libre y para mi sorpresa lo encuentro, ¡qué suerte que me la jugué por ese colectivo vacío! Tan raro de encontrar a esa hora que todo el mundo va al trabajo. Ahora estoy más feliz, sonrío y logro disfrutar de mi música sin tener que apretujarme entre la gente.
De pronto se me antoja escuchar el Blues de Cris y pongo pausa a la canción que está, para seleccionarlo. Durante ese breve momento donde los auriculares no me hablan, la guitarra es reemplazada por una nueva melodía, una angelical voz que suavemente pronuncia el típico número: "Uno veinticinco". Deleitado, detengo la música, como si la voz fuera a volver a hablar. Abro bien los ojos a esperar que pase la persona que cautivó mis oídos, pues estaba sentado en uno de los asientos de adelante.
Un pelo liso y sedoso, de un color negro que resalta la blancura de su piel, libre de imperfecciones. Sus grandes ojos marrones se encuentran con los míos al pasar ella y seguir de largo a otro asiento. Claramente captó mi admiración por ella, pero sus facciones no delataron reacción de ningún tipo. Una hermosa muchacha, que me transmitía uan sensación de confianza y comodidad. Claro que no haría nada, ni siquiera la conocía, era feliz mirándola.
Estaba perdido en mis sueños, donde ella y yo éramos protagonistas, cuando el infierno se me cae encima; mi extraña amada se levanta y se prepara a bajar. La desesperación y la impotencia me llenaron y me recorrieron, no quería perderla, no podía perderla.
El narrador que había ordenado al destino mi encuentro con tan preciosa dama me dijo en ese instante qué hacer. Una nueva corazonada aparecía y sin previo aviso mis manos detienen las puertas a punto de cerrarse y tal como me subí me bajé.
La veo a ella parada en la esquina, como esperándome y noto en su leve sonrisa la marca de la seguridad. Efectivamente, me buscaba. Mientras me voy acercando nuestras miradas dicen todo lo que nuestros labios callan. Estamos cara a cara y entramos en un torbellino de pasión, que cesa al cabo de unos confusos minutos. Es una sensación nunca antes vivida, que nos hizo alejarnos, temer. Algo andaba mal. Ese beso que nuestras imaginaciones preveían perfecto resultó ser muy perturbante. Era como besarme a mí mismo, como si nuestras mentes fueran una, pero de la manera incorrecta.
Camino lentamente hacia la escuela, comprendiendo el por qué de mi inquietud. No me importa llegar tarde, no me importa nada, porque aunque sé que no deseo repetir ese momento, también sé que nunca la volveré a ver.

domingo, 23 de mayo de 2010

La locura inhibe los sentidos

Es imposible decir la verdad si la desconocemos, o si ignoramos el hecho de que nos mentimos a nosotros mismos.
Todos somos miserables y lo ocultamos, ¿Por qué se debe esto?
¿Será la infelicidad una característica intrínseca del ser humano? ¿O es un fenómeno entre personas sin problemas reales que buscan tenerlos? Como por ejemplo la gente rica. También sucede esto con los genios, pero la causa debe ser otra; Al tener mayor conciencia de las cosas que lo rodean, el genio se siente abrumado y solo, pues es el único que comprende su situación y la de los demás.
La carga del genio es su virtud: tener que sufrir su genialidad. En muchas ocasiones desea no llevarla, ser normal, y al ver que esto es imposible, contempla el suicidio, no necesariamente tiene que ser quitarse la vida, sino adquirir una indiferencia ante ella, ya sea actuando sin miedo a la muerte o consecuencia alguna. En otras palabras, librarse de los prejuicios del pensamiento colectivo. Ahora me pregunto ¿Es eso deseable? ¿O posible siquiera?
¿Cómo saber qué obrar si a mi vida no le doy sentido alguno? Entonces....¿Cuál es el sentido de mi vida? ¿El placer individual? ¿Bienestar colectivo acaso? ¿De qué me sirve dicho bienestar? Eso es algo artificial y el placer individual es natural, instintivo. Pero, acaso queda algo natural en este mundo? NO!
Sin embargo, la mente instintiva dicta la que es, hasta ahora, la mejor manera de vivir, pero seguir el instinto combinado con con la vida y el mundo artificiales termina en ambiciçon pura, un deseo de totalidad inalcanzable.
Así que una opción es destruir todo factor artificial y volver a la naturaleza, lo cual es imposible debido a que ya no existe tal cosa como naturaleza pura y, siendo todo artificial, no podemos destruirlo todo. La alternativa a eso es encontrar una nueva manera de vivir, que se acomode a las condiciones actuales del comportamiento humanos y no a las anteriores. La tarea del genio es encontrarlas y lograr difundirlas.

jueves, 13 de mayo de 2010

Poema #1

Si el espeluznante veneno gris
Toca hoy a tu puerta nuevamente
Nena por favor acércate a mí
No temas que juntos enfrentaremos esto

Si el mundo vuelve a querer consumir tu alma
Pintada de un fuerte azul único
No te mezcles, no te vayas para allá
Que la vida paga bien a quienes no se rinden

Duerme conmigo para no tener que soñar tristezas
Aunque todos nos señalen por ser los únicos sin ropa
Entrégate al placer, rechaza la obediencia dócil
Es mejor sonreír que repetir una idea rota

Y nena, si te toca marchar una vez más
Volverás a nadar en ese mar de azares
Esa gigantesca calle de inconformismo
Ojalá encuentres allí tu tesoro

lunes, 10 de mayo de 2010

Un día en mi vida

Ayer, Domingo a eso de las ocho, iba caminando por Rivadavia después de una salida, cuando me encontré rodeado de vacío, una ausencia de gente, como si la noche rondara las calles y asustara a todos. Los edificios imponentes ofrecían resguardo de la soledad e invitaban a uno a entrar y pasar el resto del día en familia, cenando, con la voz de la televisión resonando de fondo. Era como si el mundo se hubiera ido a dormir.
Podía tomarme el subte, o bien apreciar este paisaje más de cerca, recorriéndolo, formando parte de él, observando a los cartoneros y niños pidiendo monedas. Hasta ahí no me había puesto a pensar en que, si no es por una salida o para viajar al trabajo, la gente no transita las calles, pero quien no tiene hogar, no tiene más remedio que estar ahí, y les toca ver ese vacío nocturno cada semana, al igual que el inicio del ajetreo rutinario que probablemente hoy, Lunes, empezó con los laburantes que se levantan y comienzan su actividad incluso antes del alba.
Sigo caminando y mis ojos se detienen en ciertos lugares donde no llega la luz ni el interés de las personas. Si las casas son el refugio de la sociedad contra la noche, entonces esos lugares son refugios de los parias contra la sociedad. Un hombre harto de todo que sólo busca correr y liberarse, el escondite de un amor secreto o el de un cadáver que nunca existió.
Me gustaría hacer hincapié en el primer ejemplo, porque en estos días acelerados manejados por un sistema que no perdona, todos callamos. Fingimos normalidad mientras nuestros corazones gritan un deseo de libertad. Luchamos contra nosotros mismos para no sucumbir y terminar en estos oscuros lugares, sin darnos cuenta que estamos juntos. Tal vez un gesto o una simple idea nos hace pensar que no peleamos solos, que muchos han pensado como nosotros y tantos más lo seguirán haciendo. Lo que necesitamos es sacarnos las caretas, hablar nuestras ideas y no las de alguien más por temor a que las propias sean consideradas extrañas. Unirnos, para no tener que ocultarnos en edificios, para vencer a la locura que crece en nosotros día a día, para liberarnos de una vez.
Finalmente llego a mi casa y no puedo evitar sentir un ligero cansancio después de tanto pensamiento, así que como y me voy a dormir.

sábado, 1 de mayo de 2010

Pensamientos varios

¿Qué es un acto malvado? Una acción hecha por una persona que perjudica a otros. Pero...¿hay justificación en dichos actos? Si alguien roba para comer está cubriendo su necesidad básica de alimentarse porque no tiene otros medios para conseguir comida, lo que le da la razón porque no le falta la voluntad de vivir por medios normales, sino que se le quita la posibilidad de hacerlo. Ahora, si el caso es que se roba por obtener más lujos, no hay defensa posible a esto, puesto que es un hecho nacido de la pura codicia humana, no contribuye al bienestar general sino que es opuesto a él. Este tipo de acciones debe ser detenida, y no confundirla con el hecho malvado por necesidad.
Entonces, ¿Qué se debe hacer ante esta gente que causa mal sin razón válida? Ya sabemos que la cárcel no arregla el problema, porque no se arrepienten de lo que hicieron y al salir lo repetirán. Algunos creen en el conocido ojo por ojo, pero esto simplemente nos haría igual que ellos, dándole a un tercer grupo la obligación moral de aplicar este pensamiento con nosotros y causarnos un mal aparentemente necesario. No es así, la venganza no trae resultados positivos, sólo consume y engrenda una cadena infinita en la que la sociedad viviría en caos total.
¿Es alguien capaz de romper esta cadena? Haciendo el mal y luego terminando con la injusticia; pero si a un hombre se le da la facultad de cometer actos malvados impunemente, en un punto dejará de ser por el bien general y se degenerará en un goce del sufrimiento ajeno y el enriquecimiento personal, escondido detrás de una inmunidad que defendía algo que no es desde hace mucho como se pensaba que sería cuando había empezado.
Tal vez la solución sea simple: los seres humanos no son conscientes de estos procesos lógicos y por lo tanto cualquier intento de traer el bien general a una sociedad que no sabe qué es tal cosa será en vano, terminando en tiranía. Antes de ayudarlos o pedirles que ayuden, tienen que darse cuenta de su condición, aceptarla, y luego proceder al arreglo del problema. Así les será fácil identificar el mal necesario del mal injustificado, y al momento de la dictadura no dudarán en volver a actuar como lo han hecho antes; desplazando al tirano y aceptar ese mal necesario del derrocamiento de la figura autoritaria. Mientras recuerden esto, no caigan en el olvido, no permitan los actos malvados que atenten contra el bien común, y no se les suba el poder a la cabeza, el mundo se habrá librado de un gran problema que es la injusticia.

martes, 27 de abril de 2010