jueves, 28 de febrero de 2013

El caminante

En este día soy viajero desafortunado; he recorrido montañas y valles, mares y ríos, fieras serpientes que, como mujeres, poseen el dulce veneno de sus canciones, elixir del que secretamente deseamos ser presa, bajo el cálido beso del morbo. He descansado los pies en incontables rocas, únicas compañeras en el mundo, pero tan efímeras como la fantástica y brutal buena voluntad. Estas rocas me han servido de oasis, de espejo, de resguardo de las tormentas que no perdonan, pero dentro de ninguna conseguí afianzarme; el amparo que brindan nunca es total. Por eso navego errante, y desde hace ocho meses que no he dicho palabra alguna. El silencio es lo único que aprendí, para hablar todavía permanezco encadenado al sonido de los padres, que se encuentra incluso en la más recóndita cueva, allí donde ni siquiera osan habitar los murciélagos con sus chillidos y aleteos. Fuera del cielo sólo hay polvo muerto, camino para deshacerme de él, para no pensar en su brillo. Lo intercambio por la fatiga del sendero. Y las aves imitan a los payasos, maquillando la profunda triste sabiduría con globos que vuelan alto, y caen cuando nadie está mirando. No quiero más el rencor cuando se oculta, mejor sacarnos los ojos al sol, escribir cartas ininteligibles en idiomas de un futuro que nunca llegará, quizás sea mi cabeza oscura que piensa vidrios empañados donde en verdad hay lagos transparentes. O era al revés. Da lo mismo, mi cabeza se oscureció hace mucho, escribir una cosa o la otra ya no representa mucha diferencia. Lo primordial en estos momentos es hallar aquel punto en el mundo que lo organiza como mundo, que trae el cosmos de precisión helada, una inhalación exagerada y callada en el cual la imagen se torna multidimensional, y un astro es como un auto o una manzana, todo atrapado en un torbellino perfecto, ustedes me comprenden cuando digo perfecto. Pero ya estuve quieto mucho tiempo, para compensar debo asesinar la conmoción, innovar, por más que se haya hecho antes, ilustrando cada aspecto de la inocencia caída y la blanca pureza mancillada. Esta vez el supuesto crimen se efectuará caminando, mientras prosigo mi marcha, y lo peor será que lo habré llevado a cabo como fruto del hastío, que es lo único que permanece quieto sin ser mentira. El hastío de nuestros días, donde los ajedreces y las voluntades se agotaron, donde ha muerto la muerte, junto con el mal, los hombres, y los dioses. Este narciso cibernético reflejado en el océano digital sólo caerá ante el culto al movimiento, y ahí podremos ver nacer a la flor en todo su putrefacto esplendor. Y nos pondremos a bailar en lugar de andar, e ignoraremos todos los cristales, edificios, cadenas, y hablo en plural porque ustedes bailarán conmigo, derribando la ciudad y dejándola de rodillas a nuestros pies, y exhalaremos entero este canto en el mañana soñado, porque sabremos que la libertad nos pertenece.

martes, 26 de febrero de 2013

Símbolo

Símbolo de muchas flores
la cocina no entra en este juego iridiscente
sólo las calles fortuna o error
las mismas que tus ojos quieren ver
y el pájaro duerme suave mientras vuela
sueña que no es una mosca
dice saber lo que sabe
pero cuando el aire es incendiado por vigilias viles
el cielo se oscurece como petróleo
manchando las alas añorantes que se resbalan
volviendo al principio del camino de cemento frondoso
y de bocas decepcionantemente calladas

¡Ay no! lamento interno y fatal
ascenso, toda la vuelta de vuelta
esta vez la voz recorrerá ríos de frágil cristal
esta vez la mentira es en serio un quizá

domingo, 17 de febrero de 2013

Dudosos inventos XI

El camino recto está predeciblemente indicado por los carteles fijos. Pero osado es el hombre que, inventando sentidos, elimina el leer y escribir, descree de los manantiales que predican el dinero y de donde beben los cuerpos ciegos en busca de oro. Este hombre, que no es siquiera un rostro, conoce la falsedad de imaginaciones artificiales. Recibe en todo su esplendor el exquisito impacto frontal del relámpago que, lejos de ser fatal, es una llave ascendente que otorga el poder de las brasas del infierno, y cada una de ellas quema una extremidad distinta del hombre antiguo.
Quienes penetren el umbral reconocerán los ídolos comúnmente malditos, y sentirán aquel desgarramiento que es la admisión de la existencia de la nada, oculta en un espacio en el universo, entre espasmos de luz mística. Cuando se mueve dentro de la transición hacia la apoteosis del cielo se sienten náuseas por momentos. El estado febril de alcanzar el extremo infinito conlleva, en algún sentido, infinita desgracia. Por eso se precisa un perseguidor de peligros, de aparentes monstruos fantasiosos. Con la certeza de la recompensa se toleran los fríos.
Es cuando el absurdo cobra vida que el resto de la humanidad-hormiga se convierte en piedra. En este momento, que consta de una eternidad de aproximadamente un día, el viajero se fusiona con su razón, que no es cualquiera sino la única y a la vez todas, y prueba un poco de la miel de la contradicción, que irónicamente lo derrumban al valle de polvo, junto con un poco de magia resplandeciente para sobrevivir al desencanto.

Dudosos inventos X

En la cabeza las ideas están hechas de nube; pero en el mundo las cosas se forman con barro. Allí radica la decepción.
Soy apenas una consciencia dubitativa, envuelta y atravesada por hilos heterogéneos, cada línea un haz de luz de intensidad distinta. Bajo este entramado es que doy un paso adelante y me vuelvo siete veces para tener verificada cada variable (estúpida lógica de absoluto engañoso). Y rodeado de estas paredes impenetrables es que nombro al mundo de barro, es que busco un pedazo de cielo, casi imposible dentro de mi sistema. Y suelo decir y después de un punto porque no soy más que una concatenación de ideas. Y no le tengo que demostrar nada a nadie, eso me lo tengo que recordar a diario. No es que busque tener sentido, es que gracias a esas construcciones logro la satisfacción. Porque no encuentro placer en el otro, no he aprendido a relacionarme con alguien que no sea yo mismo. Y un poco me entendés, a la vez querés entenderme, pero el que ambos seamos una misma incertidumbre de sonrisa incómoda no trae color alguno, eso en el fondo lo sabemos. Y si te sorprendo es porque no habías logrado ver a uno de mis tantos yo, el más duro, el que gime aprisionado en el constante devenir de la contingencia, el yo que a fuerza de inmadurez habla sólo un idioma, el de sí mismo, y traduce todo arte a la problemática de escapar. Y me pregunto si con yacer aquí desnudo consigo algo más que el frío de la angustia, me pregunto si llegará el momento de romperme o solucionarme, si alguna vez dejaré de ser yo para poder ser mundo o el otro, y volar, fundirme, salvarme.

Dudosos inventos IX

Voy a fabricar una bomba de exterminio y borrar cada pie que se sostiene de este suelo. Derribaré todo muro, mi bomba va a ser como un grito destructor que irradia rayos dorados. Y me regodearé desde lo alto de una pila de huesos miserables, escupiendo los restos sobrevivientes mientras un coro de ángeles incita mis sentidos con sus dulces cantos. Al desaparecer el sol impediré que su resplandor acaricie delicadamente la putrefacción.
Si las palabras se siguen degradando no podré descansar en paz, no dormiría tranquilo. No soporto respirar en esta caja patética, ni la vergüenza de lo efímero, de cualquier vano intento. Por eso me monto en esta luna eclipsada que es como la noche de los pájaros más tristes, y con mi semblante indiferente tomo una gran bocanada de aire y exhalo todo mi pecho, de donde surgen ideas de soles negros y alimañas, y cada una de ellas es una ley quebrantada, una moral en llamas, el llanto de una virgen. Entonces la inocencia se convierte en asesina y el pudor se baña en la sangre de los árboles, y los humanos escapan de la terrible desaparición de todo-lo-existente, para finalmente no volver a empezar nada.

Dudosos inventos VIII

Amar el desastre, sin inútiles palabras
no hay chiste que se compare a la sensación que es como el sol
por lo tanto; bufones afuera
todos váyanse, hoy no quiero a nadie, estoy gruñón
y ahí va la primera persona de nuevo
¿no puede haber un río sin mí?
¿una mirada desposeída?
¿acaso no hay, entre toda la escritura, algún insecto admitido?
Las cálidas mariposas crujen entre mis dientes
y las piezas de ajedrez acusan desde lo alto
en nombre del gran lucro caen los amores
que se consumen en entrañas
y bajo las cloacas sin joyas nace el cielo
desprovisto de burlas de cursilería, se eleva majestuoso
se choca con los muros, cambia de color
grita, se desmaya
qué pobre ejemplo de cielo, el único posible
ayer era un caballero medieval
hoy me vuelve a dar risa

Dudosos inventos VII

Quiero que imagines un espejo que refleja a uno de los animales feroces y puros de la naturaleza. Permanece inmóvil e impasible bajo el cielo, algo escondido, rodeado de moscas tímidas. No emite sonido, sólo mira penetrante al frente, desposeído de sus percepciones, porque vos te lo figurás así, antropomorfo. Y no, quiero que todo lo que imagines carezca de inmundicia humana, o sea que no te deseo, ni a mí, ni a ninguno de mis hermanos. Por eso no te pido pintar un paisaje, porque sería en torno a la civilización y, si bien no soy un destructor, yo busco el quiebre de toda máscara, derrumbar tu escenografía de fondos falsos. Si se me quiere llamar pecador no me alteraré, tampoco si se me acusa de soberbio, pues son cosas muertas sin sol, la piedra oscura que degrada al majestuoso león. Ah ¿no te habías imaginado un león? No importa, ni siquiera debería hablar tanto con vos, siendo el dueño de otras realidades, cruzando el umbral entre el patíbulo y el cosmos. Mi cabeza navega entre estrellas, la sangre que se desprende gotea los bancos de la plaza. Escuchen mis palabras; soy el jinete decapitado, y ustedes no pueden ni imaginarse un león.

Dudosos inventos VI

Lo magnífico de lo sutilmente callado sólo aparece cuando es dicho. Entonces, él no frena jamás y se llena la boca de conocimientos más o menos inútiles. Digo esto porque considero que es una persona infeliz, esclava bajo el peso de esa roca que es lo existente, que también es objetivo. Impone reglas, por eso es que oprime. Y la felicidad es una felicidad de niño, pues es el cielo el que tiene el poder de conceder o negar el deseo, y así se convierte en la fuente de donde emana la libertad velada, repleta de agradecimientos. Pero lo negativo no tiene procedencia, no se ve, o se percibe parcialmente. Así es como él vive aprisionado dentro de una caja que desconoce, y su vida y sus goces son tan insustanciales como esta descripción.

Dudosos inventos V

El cadáver absoluto desea más que nada añorar algo. La luz infrarroja lo invoca y lo quema en las delicias de la superstición mientras mi dulce cuerpo de buen azar momentáneo cierra las cortinas que ocultan el misterio. El finísimo hilo plateado se corta con el transcurrir de la ruta. De repente, muere el narrador o explotan mis aullidos, se derriten. Junto a mi grito de miel se deforma la abeja perseguidora, aumenta la velocidad y tres dudas se desvanecieron de mis oídos.
Las calles son frías para el que no sabe mirar, y para el que sabe, también. Sólo la magia trae algún tipo de llave que encierra, pero no, eso tampoco se traduce al idioma de tus ojos. El cadáver absoluto sigue ahí, calentito. Apostaría un brazo por saber cómo sería vivir con sólo un brazo. Me tiraría al agua porque no sé nadar, vestido con mi mejor traje. Esto que no es música sirve para jugar, todo lo otro es como un bla bla donde se erigen las ciudades políticas de los hombres. Y tu pecho te incomoda, te hace sentir que soy un tonto, y es un poco por eso por lo que mi silencio valió la pena.

Dudosos inventos IV

Es como si
estuviera a punto de alucinar
pero si esa nube se va me voy yo
aunque no se me entienda
entre el desierto sin gente
surcando los autos, deslizándose por la música
yace uno de mis más finos monstruos
manchados de tierra, rodeados de mosquitos
esas criaturas toman siestas en mis entrañas
que son la parte más poética que tenemos
a pesar de que nadie lo sepa
y es que no lo ven, porque
mis monstruos son un espejo roto
una palabra linda, una flor
son, todavía, cada uno de los rincones explorados
por eso nadie me cree
no maduraron
se sirven de la lujuria y la soberbia
incluso se dejan llevar por la miseria de lo simple
para cuando tenga mejores acentos con los que hablar
sin titubear....tanto
aprendiendo a exasperarme, a ser una explosión brillante
entonces las ilusiones llenarán mi sol
serán mi musa de cristal
y ahí podrán amar
a mis dulces monstruos

Dudosos inventos III

Por hoy, éste es mi lugar en el mundo. Con este cielo que parece una postal lejana y engañosa, gana velocidad mi mente, y sus contradicciones desfilan por mis ojos, y no necesito ningún protector, y no importa que algunos no hayan entendido, o no quieran entender. El respeto es otra contradicción, es como salir de una caja fuerte que es un hogar.
Todo esto que digo ya es viejo, desde antes de nacer es casi un germen muerto por toda la historia de las palabras.
Hay que hacer como que no se hace, fingir creer (porque yo no creo), y así el grito se convertirá en un viento mecedor. Cuidado con desear cualquier cosa, eso lleva a la caída que, si bien puede ser hermosa, es más auténtica y por tanto más aburrida. Son los primeros pasos y no reconozco a ningún maestro aún. ¿Verdaderamente seré yo?
Me gustan los pensamientos, me gusta encadenar porque cuando te aprisiono te dan ganas de besarme, y yo aprieto hasta que de forma imprevista vuelan pedacitos de carne muerta por todo el lugar.
Cuando vuele ya voy a estar solo, pero...¿Por qué me preocupa si dije no necesitar protector? Desde el horizonte nada tiene sentido, excepto cuando se mira para abajo.
Sirviéndome de este río que me vuelve ignoto, presiento la no-soledad. Yo sé los hay que no son humanos, porque han descubierto el secreto para poder decir las cosas, como árbol o luna, significados tan ampliamente abusados.
Ahora me dicen que le dé un final.
¿Está mal que desee ciertas cosas?
¿O que no haya aprendido nada?

¿Por qué me mirás así?

Dudosos inventos II

...Y no sabía qué hacer. Me sentía perdido. Todo recién había empezado, pero mi melancolía presagiaba vacíos. Creo que siempre fui un poco así, encontrándole lo negativo a cualquier dios. Es que....tengo miedo de estar loco. O, en realidad no tanto eso, sino el aparentar estarlo. Ay, ¡los demás! Si no fuera por ellos me sentiría mejor, sumido en una soledad infinita y cálida. No quiero reconciliarme con nada, ni sonreír, ni llorar por descargarme. Esos sentimientos mundanos me provocan asco. ¿Quién diría que estaría tan lleno de oscuridad? No me importa. Me voy aferrando a estas curitas temporales, malditos bálsamos que retrasan el...¿el qué? Ni siquiera tengo palabras, soy un pésimo despreciador. Pero todo esto es porque miento. Soy un vil embustero, el más bajo que pueda haber, y ni gritar vale la pena. ¿Es que no me vas a ayudar? Los sonidos ya no me dicen nada. Quiero que tu aliento venga por mí y me saque de esta quietud. Ser una estatua es muy aburrido. El viento no es más que un engaño, siempre lo ha sido. Y acá caigo nuevamente en este abismo de pensamientos negros y cuervos sin ojos que hieren la carne. ¡No! Todo es basura, sus falsas luces de espectáculo iluminan la ignorancia. Y yo escribo y escribo. Creo que sufro también, aunque esto no sea verdaderamente sufrir. Tengo que enfrentar el hecho de que no soy pobre, sino un tonto.
Por ahora no hay estrellas, ni muertes. Tal vez quede aprender. Pero siempre están las locas excusas que son barreras tan estúpidas, tan aborrecibles. ¿Cómo las supero?

Dudosos inventos I

¿Qué se le da a un hombre que ha perdido la magia?
cuando se divisa el horizonte y la noche no fue más que el pasado,
si el temblor de las trampas continúa amenazando los sueños
que se tornan más negros a medida que avanza la vigilia
en cada árbol, en cada estación.

Algunos no han visto lo suficiente
pero yo sé que hay cadáveres en nuestras cabezas
rondando los espacios vacíos
y al mencionarlos, te llevo conmigo
me ayudás a cicatrizar en este bosque petrificado
para que yo también sea uno de esos monstruos de piedra
y las montañas no sirven, sólo se caen
entierran, inmortalizan
se escapan entre mis dedos fríos.

Podría ser un sacerdote, para predicarte
así al menos existiría un poco de luz
entre tanta tiniebla maldita
en la cual no me regocijo
no, no hay festines ni ídolos
a veces ni siquiera estás vos para ayudarme
para correr de los terremotos, de los castillos
de las mareas y los ríos
de imágenes que saben que no son
de ojos, de fuegos corrosivos
y cómo me van a tomar en serio
con enumeraciones simples.

Igual para qué quiero a los demás que son sombras
no seré presa de sus telarañas
ni me atrae su magia estúpida
porque vivo con la certeza
de que toda oscuridad, toda posibilidad
nace y se pudre, degradándose
empequeñeciéndose lentamente en mi ser
y afuera de eso
afuera no hay nada más

viernes, 1 de febrero de 2013

Exquisite Corpse (con Nati)

Entre el manto aterciopelado de la noche

Las luces devoraban el aire, los hombres nada sabían de sus funestos destinos

Aquél que nos retuerce, ciega y duele cuando las voces callan, cuando la piel no tiembla, y cuando la sombra nos observa

Los edificios cuidan al artista histriónico y pretencioso

Genio embustero, guía de este mar embravecido en el que al amanecer, renacerás

Y mientras mis recuerdos te dibujaban, el cielo se caía como fuego

Y te quemás. Y es inevitable; sí, quemarse, mientras aquellas figuras sombrías te adormecen en tu vigilia

Para que su sombra se aleje danzando


Nat & Mat