domingo, 17 de febrero de 2013

Dudosos inventos III

Por hoy, éste es mi lugar en el mundo. Con este cielo que parece una postal lejana y engañosa, gana velocidad mi mente, y sus contradicciones desfilan por mis ojos, y no necesito ningún protector, y no importa que algunos no hayan entendido, o no quieran entender. El respeto es otra contradicción, es como salir de una caja fuerte que es un hogar.
Todo esto que digo ya es viejo, desde antes de nacer es casi un germen muerto por toda la historia de las palabras.
Hay que hacer como que no se hace, fingir creer (porque yo no creo), y así el grito se convertirá en un viento mecedor. Cuidado con desear cualquier cosa, eso lleva a la caída que, si bien puede ser hermosa, es más auténtica y por tanto más aburrida. Son los primeros pasos y no reconozco a ningún maestro aún. ¿Verdaderamente seré yo?
Me gustan los pensamientos, me gusta encadenar porque cuando te aprisiono te dan ganas de besarme, y yo aprieto hasta que de forma imprevista vuelan pedacitos de carne muerta por todo el lugar.
Cuando vuele ya voy a estar solo, pero...¿Por qué me preocupa si dije no necesitar protector? Desde el horizonte nada tiene sentido, excepto cuando se mira para abajo.
Sirviéndome de este río que me vuelve ignoto, presiento la no-soledad. Yo sé los hay que no son humanos, porque han descubierto el secreto para poder decir las cosas, como árbol o luna, significados tan ampliamente abusados.
Ahora me dicen que le dé un final.
¿Está mal que desee ciertas cosas?
¿O que no haya aprendido nada?

¿Por qué me mirás así?

No hay comentarios:

Publicar un comentario