martes, 10 de septiembre de 2013

Unión


Sé que sentís a tu amo caer
cada vez que la verdad de la noche
golpea el silencio de tu soledad

Es derrumbador
y sólo los genios logran hacer hermosa esta caída
donde todo es tan pequeño e íntimo
y la conciencia te susurra,
como en una caricia,
esas preguntas inquebrantables
que no te dejan dormir

Hay una cierta magia al quitarse las máscaras
y el llanto, oh, el llanto
esa expresión primigenia, ineludible
azota con la asfixia del encierro
entonces te hacés más chiquito
una pelotita insignificante
pensando que si cerrás los ojos
tal vez los fantasmas se vayan
pero espiás, y están ahí
con su mera presencia enloquecen
te mueven a desear
en una voz quebrada y temblorosa
ser un poco más fuerte

Hasta acá es un descenso, pero no te apures
este encuentro con vos mismo
representa la luz más preciosa que puedas agarrar

En un sollozo por la fragilidad del mundo
todo es lo que es
el amor tan humano y triste
los gritos del fuego
y da miedo, da mucho miedo
es más fácil culpar a Satanás
o masturbarse viendo la televisión
es más fácil hacer chistes
leer el diario
arrojarte a la hoguera que agota la vida
en caramelos brillantes
en odio pasivo
Claro que es más fácil
pero cómo ahuyentar la pregunta
que pica en la mente
esa sed insaciable
la pregunta de dónde están las personas

Y es que quiero sentir lo que vos sentís
quiero el trance frenético en el que nos comunicamos
entrando el uno en el otro
siendo el uno y el otro

La soledad no es un espíritu maligno
es una tierra fría, sí
pero también es liberación
que desnuda nuestra carne
transpirando la locura que bordea
despertando el deseo oculto
de buscar al otro
de correr a su encuentro
de llamarlo, y tocarlo, y besarlo
en este baile de salvación

Yo sé que escuchás mi voz
más allá de este metal inerte
en tu receptáculo 
que es tu corazón más privado, más secreto

Con los ojos cerrados
ascendemos, trascendemos
y, por fin, llegamos al otro,
y si al menos uno atiende el pedido de nuestra soledad
entonces esto no habrá sido en vano