viernes, 9 de marzo de 2012

Escrito norteño

He visto la inmensidad de la tierra. Los árboles infinitos, paisajes distintos. Humo, agua, plantas, rocas, todo se une para formar esta parte tan bella del mundo. La vista atraviesa mi mente. Vi la naturaleza y por eso soy la naturaleza. Cada punto, cada color de cada rincón es una maravilla paradisíaca, un motivo de alegría.
Cuesta transmitir esta sensación, lo primero que viene es quedar boquiabierto y luego una sonrisa, después el intento de traducirlo a palabras. Lo siento imposible, es imposible, no por eso voy a dejar de escribir.
No sólo llegué para encontrar el lugar, también estoy yo para dar mi ser, para que el cielo tucumano simbolice mi libertad, junto con todo lo que yace debajo. Mucha gente se va de vacaciones por costumbre, otros viven acá y lo ven cotidiano, o algunos simplemente no están interesados. Dejando atrás lo malo del viejo yo, mejorando lo bueno, reinventándome, así es como vivo estas vacaciones, introyectando las vistas a mi alma.
Sin ciudad máquina, sin gente máquina. Sin indiferencia. La ciudad viva (llena de fuego ardiente por todos lados), las personas que toman las riendas de su destino, la constante búsqueda por mejorarme y por ser feliz. Quiero eso, eso que se llama crecer, que no empezó en el norte ni terminará aquí.
La vida me acompaña a todos lados siempre que decida pensarla. De ahora en adelante el norte estará conmigo a donde vaya, acaso lo ha estado toda mi existencia y recién en estos momentos me doy cuenta. Ojalá este camino nunca termine.

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