sábado, 3 de julio de 2010

Alucinógeno mortal

Yacía en su habitación, la casa vacía salvo él, así estaba todo desde hacía semanas. El silencio se podía escuchar, anotar en forma de partituras. Su mente se había perdido entre pensamientos, soledad y alucinógenos, pero no le importaba, tal vez porque ya no tenía capacidad para ver las cosas y mucho menos para que le importen.
Era un fuck you a la vida burguesa, tantos dirían que es un tonto, se quedó sin amigos, acaso sin alma. Pero estaban equivocados, no podrían estar más errados: él era feliz, era todo perfecto en su eterno transcurrir en ese gastado sillón, sin tinelli, sin fútbol, sin preocupaciones. Nadie lo vigilaba, él había dejado de ser humano para convertirse en algo mejor. No necesitaba comer, ni siquiera respirar. Sus ex amigos no entendían nada de las imposibles palabras que él despedía en intervalos irregulares. Ellos no sabían qué decir, casi estaban más perdidos que él.
Él, quien eternamente sentiría su superioridad, su perfección, ajeno a esa vil sociedad, sonreía con los ojos cerrados.

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