En la cabeza las ideas están hechas de nube; pero en el mundo las cosas se forman con barro. Allí radica la decepción.
Soy apenas una consciencia dubitativa, envuelta y atravesada por hilos heterogéneos, cada línea un haz de luz de intensidad distinta. Bajo este entramado es que doy un paso adelante y me vuelvo siete veces para tener verificada cada variable (estúpida lógica de absoluto engañoso). Y rodeado de estas paredes impenetrables es que nombro al mundo de barro, es que busco un pedazo de cielo, casi imposible dentro de mi sistema. Y suelo decir y después de un punto porque no soy más que una concatenación de ideas. Y no le tengo que demostrar nada a nadie, eso me lo tengo que recordar a diario. No es que busque tener sentido, es que gracias a esas construcciones logro la satisfacción. Porque no encuentro placer en el otro, no he aprendido a relacionarme con alguien que no sea yo mismo. Y un poco me entendés, a la vez querés entenderme, pero el que ambos seamos una misma incertidumbre de sonrisa incómoda no trae color alguno, eso en el fondo lo sabemos. Y si te sorprendo es porque no habías logrado ver a uno de mis tantos yo, el más duro, el que gime aprisionado en el constante devenir de la contingencia, el yo que a fuerza de inmadurez habla sólo un idioma, el de sí mismo, y traduce todo arte a la problemática de escapar. Y me pregunto si con yacer aquí desnudo consigo algo más que el frío de la angustia, me pregunto si llegará el momento de romperme o solucionarme, si alguna vez dejaré de ser yo para poder ser mundo o el otro, y volar, fundirme, salvarme.
No hay comentarios:
Publicar un comentario