Cuando miro en el espacio de tu vida
y ahora, a pesar de que me dé cuenta que es un pésimo comienzo,
me hace pensar en lo que vos pensás
en si no habrá algún infinito
un más allá, hermoso porque nadie lo puede ver
y vos, que lo sentís con todo el suspiro de tu silencio
caminando entre la bruma, mirás tímidamente hacia arriba
aunque sepas que tu rostro ni se inmutó
anhelás petrificadamente una hoja
de un árbol, uno que no sea nuestro
figura que, como la luna, sea incorruptible
y te reís, pero ni siquiera estás acá
es como si la noche cubriera tus verdades
ocultas, en un volcán, bajo la lava
con un fuego siniestro y casi amenazador
entonces no se soporta pisar en tu umbral
por la oscuridad sublime que se vislumbra
se está en otro lado, y uno se engaña creyendo que no es así
Después, sabiendo que no se precisa respuesta, contestás
que todos somos un volcán, o el agua misma
y mirás a otro lado para callar lo que le seguía
eso es que no siempre todos brillan
y no mientas; a este mundo se viene a desesperar,
a mirar, a estar un poco tristes
pero más que nada, se viene a brillar
y a hacerlo para los otros que también brillan
Yo no soy el sol, pero aún así quiero que me toques
sin olvidar que están las aves negras rondándonos
o tal vez debamos aprender a volar en ellas, sin temor
Tal vez por eso te hablo así, un poco como vos, pero no exactamente
debe haber palabras que sean mejores
que éstas que tambalean y tienen miedo
como yo
y no entiendo bien por qué te hablo
ni por qué me arrodillo un poco
quizás esto esté completamente mal
pero no importa, porque sé que vas a encontrar
los gestos justos
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