miércoles, 15 de agosto de 2012

Yo.

Vaya donde vaya, en cada rincón estoy yo; en los libros, en los pensamientos de mi cabeza, en tu imagen. Busco desesperadamente perderme, por eso grito y huyo, hablo y amo, porque espero que al tantear en esta oscuridad pueda aferrarme de algo que no provenga de mi cuerpo. Si no, estoy desconsoladamente solo, ocupando cada espacio vacío, tomando las múltiples formas que mi imaginación se representa. Entonces miro tus ojos que me miran, escucho tus palabras que me hablan, y te contesto. Me apropio de tu mensaje, de tus ideas, de tu ser entero, y así desapareces en mí.
Ay, maldito Otro, ¿Acaso no puedes existir? Eres tan débil que te me entregas, y mi hambre no resiste a tan apetitosa oferta. Así te devoro, te asesino para poder absorberte, y te vuelvo a perseguir en otra imagen, falsa imagen, falso Otro que cuando lo nombro soy yo, y yo quiero morir. Te pido que seas luz y compañía, te pido que existas claramente para mí, te pido que me convenzas. Y si no puedes hacer esto, te pido que aunque sea me mates.

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