Un agujero en el fondo del vacío tuerce la imaginación, lleva mi mente a lugares de profunda depresión, aunque sé que la vida sigue igual, ya nada tiene sentido si no es hacia mal.
Busco algo multicolor, sin rutina y sin dolor, con árboles de cristal y sueños de papel, donde el pájaro vuele feliz sin saber por qué. Para jugar en el jardín de la eternidad debo quitarme este pecho, llenar el vacío y matar al asesino.
No se permite cantar. No se permite crecer. No se permite sentir, ni amar con el corazón. Sólo un oscuro castillo que absorbe todo y separa al verde del frío, haciéndolo a un lado solitario e infeliz. ¿Dónde quedaron los otros castillos? Los de arena, los de esperanza y paz. Estarán atrás, o acaso adelante, pues el tiempo es un círculo en marcha constante. Esta alegría ya la he vivido, esta tristeza la he padecido. Todo está hecho, una y otra vez sobre hojas en blanco superpuestas. Pero el papel es únicamente alimento del fuego de la memoria pasiva, oculta y dispersa entre este inconsciente colectivo.
Busco viajes voluntarios a ambos castillos, a ambos jardines, quisiera poder cambiar y darme vuelta cuando quiera, pero es muy difícil....si tan sólo pudiera.
Qué bien, muchacho, qué bien...
ResponderEliminarDe la mano del flaco todo es posible en la escritura. Te lo dice alguien que tiene al señor Spinetta como guía poético, y se pone feliz como triste cada vez que lo escucha, o lo lee.
Un saludo loco, siga así.