Y te juro que ya no sé qué pensar, qué sentir. Intento no recordar, seguir adelante, pero el tiempo parece volver por momentos. Así es inevitable reinventar tu mirada, aparecés en mi mente cubierta de una niebla gris y no logro distinguir. La figura pasada se entremezcla con la voz de tu ausencia, que grita fuerte en mi cabeza y mete ideas que no son, posibles dolores o miedos sin sentido.
Tenía un concepto tuyo que poco a poco fue transmigrando hacia el recuerdo a medida que te ibas, desligándose de tu ser que sigue adelante sin mí. Es difícil de explicar, como que no te vivía ni te tocaba, no estabas más acá, te fuiste para quedar como una definición atemporal. Eras un libro, una historia. Eras una salida al cine, un abrazo mirando la luna, el beso de despedida de la mañana. En esos instantes habías sido sentimientos, pero lentamente pasaron los tiempos y todo se convirtió en una imagen, el espejo de esos sentimientos y no ellos en sí. Me recordabas a un abrazo, a un brillo de tus ojos, ya no estaban dentro de tu ser.
Es que ahora volviste. Anunciaste tu llegada y yo sin idea de qué hacer. El vacío que habías dejado, ¿Qué pasará con él? Acaso se vuelvan los reflejos de luces como luces verdaderas de nuevo. Pero no, es poco probable, la historia no se repite, sólo parece que lo hace porque tendemos a repetirnos nosotros. Lo que vivimos fue único, tristemente esos difusos fragmentos son todo lo que nos queda de esas vivencias. Por lo tanto algo pasará, se creará un concepto nuevo, con tonalidades del viejo, más el pasado e infinidad de factores.
Tengo miedo porque todavía no llené ese vacío. Me trae una angustia terrible el no tener idea de quién sos para mí. Creía de alguna manera que podría llenarlo en tu desaparición, lo intenté. Seguro que lo intenté, pero no puedo. ¿Cómo quererte si no estás aquí? ¿Y cómo odiarte si no me provocaste ningún daño? Estas preguntas neutralizaban los dos opuestos y así quedaba tu ser en la nada, de nuevo.
Entonces aparece algo diferente en este escenario; vos. Al verte, toda duda se despejará, el concepto se moldeará rápidamente. Todo eso porque vas a existir, estarás ahí, viva y mirando y hablando. No sé si te querré o no será como antes, no me preocupa eso tanto como mi necesidad de quitarme esta indiferencia, este vacío de encima. Por lo menos se aliviará mi indeterminación, aunque tengo cierto miedo. ¿Y si el vacío se cambia por resentimiento, por dolor?
Tengo preguntas, para mí y para vos. Cuando estuvimos juntos me diste algo hermoso y al irte, desapareció. No pretendo culparte por nada de esto, habrás tenido tus razones, de todas formas quiero explicar mis sentimientos. Ese agujero que dejaste a tu partida, cuando avisaste que volverías me dio la confusa sensación de nostalgia, de esos lindos momentos de los que estabas llena antes. Quería agarrarte y decirte que te había extrañado. Pero no es así. No necesariamente al menos. Tu vuelta no implica un intento de regreso a lo antiguo. No sé lo que implica, ni lo que debería implicar, eso es lo que me mata.
Tal vez intentemos recrear esas bellas experiencias y fallemos, tal vez intentemos relacionarnos como amigos y fallemos, tal vez nos peleemos y todo salga mal. No sé, estas maquinaciones me llenan la cabeza y me hacen querer llorar. Aunque bien sé que este miedo no es razón suficiente para dejar de dar un paso adelante. Acudiré a tu encuentro, como vos vendrás y seguro tendrás tus propias ilusiones, dolores, inquietudes. Por ahora las desconozco, pero espero que podamos hablarlas, resolverlas, llegar a algo. Hasta ese momento..................tendré miedo. Y vacío.
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