Me preparaba a ir como de costumbre a la escuela, temprano a las seis suena la alarma del celular y no puedo evitar seguir durmiendo, ignorando esa parte de mí que me dice que luego tendré que hacer todo apurado. Otra vez, un te lo dije no es suficiente. Entre gritos a mi mamá para que me dé la ropa y un vano intento de peinar mi enmarañado pelo con mis manos, pienso que hoy no hay razón para ir; ninguna materia interesante, salimos tarde, en fin, un día que no promete nada más que aburrimiento y desmotivación.
Ya me encontraba yo afuera con la música de Spinetta al máximo volumen, una de mis pocas razones para caminar cada semana por esas calles frías y monótonas, cuando veo el colectivo y lo corro. Claro, podía esperar otro como normalmente haría, pero algo me llamó a subir ahí, una especie de corazonada extraña que daba fuerza a mis aún dormidas piernas.
Busco un asiento libre y para mi sorpresa lo encuentro, ¡qué suerte que me la jugué por ese colectivo vacío! Tan raro de encontrar a esa hora que todo el mundo va al trabajo. Ahora estoy más feliz, sonrío y logro disfrutar de mi música sin tener que apretujarme entre la gente.
De pronto se me antoja escuchar el Blues de Cris y pongo pausa a la canción que está, para seleccionarlo. Durante ese breve momento donde los auriculares no me hablan, la guitarra es reemplazada por una nueva melodía, una angelical voz que suavemente pronuncia el típico número: "Uno veinticinco". Deleitado, detengo la música, como si la voz fuera a volver a hablar. Abro bien los ojos a esperar que pase la persona que cautivó mis oídos, pues estaba sentado en uno de los asientos de adelante.
Un pelo liso y sedoso, de un color negro que resalta la blancura de su piel, libre de imperfecciones. Sus grandes ojos marrones se encuentran con los míos al pasar ella y seguir de largo a otro asiento. Claramente captó mi admiración por ella, pero sus facciones no delataron reacción de ningún tipo. Una hermosa muchacha, que me transmitía uan sensación de confianza y comodidad. Claro que no haría nada, ni siquiera la conocía, era feliz mirándola.
Estaba perdido en mis sueños, donde ella y yo éramos protagonistas, cuando el infierno se me cae encima; mi extraña amada se levanta y se prepara a bajar. La desesperación y la impotencia me llenaron y me recorrieron, no quería perderla, no podía perderla.
El narrador que había ordenado al destino mi encuentro con tan preciosa dama me dijo en ese instante qué hacer. Una nueva corazonada aparecía y sin previo aviso mis manos detienen las puertas a punto de cerrarse y tal como me subí me bajé.
La veo a ella parada en la esquina, como esperándome y noto en su leve sonrisa la marca de la seguridad. Efectivamente, me buscaba. Mientras me voy acercando nuestras miradas dicen todo lo que nuestros labios callan. Estamos cara a cara y entramos en un torbellino de pasión, que cesa al cabo de unos confusos minutos. Es una sensación nunca antes vivida, que nos hizo alejarnos, temer. Algo andaba mal. Ese beso que nuestras imaginaciones preveían perfecto resultó ser muy perturbante. Era como besarme a mí mismo, como si nuestras mentes fueran una, pero de la manera incorrecta.
Camino lentamente hacia la escuela, comprendiendo el por qué de mi inquietud. No me importa llegar tarde, no me importa nada, porque aunque sé que no deseo repetir ese momento, también sé que nunca la volveré a ver.
Cosas que pasan... me sucedio algo asi digamos que tiempo atras con un chico en el subte ... un rubio(lindo flaco)de ojos brillantes, no despego mi mirada y yo haciendome la tonta de reojo sabia que era para mi ese intento de hipnotismo, se bajo no recuerdo en cual estación de la linea A, y se quedo parado mirando hacia adentro... pero yo estaba de novia. Y no tenia Porque intercambiar miradas con ese extraño, no tenia ojos mas que para ese entonces mi novio. (es tan tonto esto, vos sos un inocente jajaja yo? estem lo mismo)
ResponderEliminarWaw, sí que está bueno, me gustó.
ResponderEliminary pensar... que la sensacion extraña.. aun ronda por aquella mentecita :D
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